El Ferrari Testarossa, un ícono de los años 80 y 90, es uno de los superdeportivos más emblemáticos y reconocibles de todos los tiempos. Con su diseño inconfundible y su motor revolucionario, el Testarossa marcó un antes y un después en la historia de Ferrari. En este artículo, destacamos 10 características que lo hacen un coche único y digno de admiración. Desde su motor bóxer hasta su presencia cultural, este Ferrari ha dejado huella en el corazón de los entusiastas de los coches deportivos.
Contrario a lo que muchos creen, el Ferrari Testarossa no montaba un motor V12 convencional, sino un motor bóxer de 12 cilindros, una opción poco común en los superdeportivos de la época. Este motor ofrecía varias ventajas, como un centro de gravedad más bajo, lo que mejoraba su manejo y estabilidad. Aunque no fue la primera vez que Ferrari utilizaba este motor, el Testarossa es uno de los pocos modelos en la historia de la marca que lo incorporó, lo que lo convierte en una pieza clave en la evolución de los deportivos de Maranello.
Las láminas laterales del Testarossa no solo tienen un propósito estético, sino que son esenciales para la funcionalidad del coche. Estos conductos fueron diseñados como parte del sistema de refrigeración del vehículo, mejorando el flujo de aire hacia el motor y evitando el sobrecalentamiento. Este diseño, que fue una solución técnica a un problema práctico, se convirtió en uno de los elementos más distintivos del Testarossa, convirtiéndolo en un icono del diseño automovilístico de los años 80.
Al abrir las puertas del Testarossa, el interior refleja el diseño minimalista y elegante de los años 80. Con botones físicos, indicadores analógicos y cuero de alta calidad, el Testarossa ofrece una experiencia de conducción retro. A diferencia de los coches modernos, el Testarossa carece de pantallas digitales o controles complejos, ofreciendo una cabina más pura y centrada en la experiencia de conducción. El uso de colores como el canela en el interior daba una sensación de lujo sin ser demasiado ostentoso.
El nombre Testarossa no fue una elección al azar. Proviene de los exitosos modelos de carreras de Ferrari de los años 50, como el 250 Testa Rossa. El nombre, que significa “Cabeza Roja”, hace referencia a las tapas de levas pintadas de rojo en los motores de estos coches de competición. Este vínculo histórico no solo honra el legado de Ferrari en las competiciones, sino que también le da al Testarossa un significado profundo que lo conecta con los grandes logros de la marca en el automovilismo.
Uno de los rasgos más distintivos del Testarossa es la presencia de los faros emergentes. Estos faros no solo eran funcionales, sino que también contribuían al estilo único del coche. Los faros emergentes eran populares en los superdeportivos de los 70 y 80, y aunque hoy en día han desaparecido casi por completo, su presencia en el Testarossa lo hace aún más atractivo. Estos faros no solo eran un elemento de diseño, sino que también eran una característica técnica que permitía mantener la línea aerodinámica del coche, esencial para alcanzar sus 290 km/h de velocidad máxima.
Un superdeportivo de 622 caballos de fuerza que acelera de 0-60 mph en 3.5 segundos.
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