Dicen que los perros se parecen a sus dueños y tienen razón. ¿Pero qué pasa con los autos? ¿Se cumple la misma afirmación? Creemos que la respuesta es positiva en algunos casos, y que en otros, el parecido es una cuestión de aspiración.
Elegimos el auto con el que nos sentimos identificados, por una razón u otra. El tema es tan importante -hay una industria de billones de dólares detrás- que Truls Thorstensen (EFS Consulting Vienna), Kart Grammer (Ludwig Boltzmann Institute for Urban Ethology) y otros investigadores de la Universidad de Viena desarrollaron todo un estudio para entender cómo las personas asocian el diseño de los autos con diferentes características.
Las preguntas abarcaron expresiones, estados de ánimo e incluso parecido con animales. Una buena parte de los encuestados asoció elementos del diseño del auto con rasgos humanos; por ejemplo, los faros fueron equiparados con los ojos y la parrilla con la nariz o boca. Entre las conclusiones que se desprenden del estudio resultó abrumadora la preferencia de hombres y mujeres por autos cuya expresión puede calificarse de dominante, masculina, arrogante e incluso, enojada. Al parecer estas características demuestran poder y emanan de autos construidos sobre una plataforma ancha, con faros estrechos, y/o también un estrecho parabrisas.
Sin embargo, a la hora de comprar, no siempre coincide el gusto con la elección final. De esto podría inferirse que quizás las personas de “temperamento difícil” elijan un auto de rostro feliz (¿qué tal un Mini?) para disimular –o compensar- su verdadera naturaleza; y viceversa.
Lo cierto es que si revisamos la historia del automóvil encontraremos modelos muy exitosos en ambos bandos, bonachones y enfadados, que pueden defender a fondo su diseño. Te invitamos a que te diviertas con nuestras propias interpretaciones del carácter de los autos y que por favor nos dejes un comentario con la respuesta a la siguiente pregunta. ¿Cuál es tu auto y que personalidad tiene?