Buick Lacrosse: Prueba de manejo

Pusimos bajo la lupa al segundo modelo de Buick que llega a nuestro mercado. Un enorme sedán ...
16/03/2010

Javier Fueyo

Históricamente Buick ha sido una de esas marcas que relacionamos casi en automático con los abuelos, por la veteranía de sus modelos y por los conceptos asociados con esos coches: amplitud y comodidad, pero nada más. No obstante, las cosas han cambiado de raíz y los Buick de nueva generación son mucho más que eso. Están dotados de una casi interminable lista de elementos tanto de confort como de seguridad que los acercan mucho al segmento de los coches premium; incluso se acercan demasiado con la propia marca de lujo de la casa, Cadillac.

Basta con poner atención a los detalles del LaCrosse para entender que estamos ante el típico coche de lujo norteamericano, gracias a sus 5 metros de largo, casi 2 de ancho, enormes rines cromados y una presencia poco discreta. Como detalle curioso, este Buick conserva los clásicos difusores de calor que indican el número de cilindros que tiene el motor (6, tres por lado). Eso sí, están en el cofre y no en las salpicaderas como en antaño.

Este Buick de nueva generación ya no va orientado al cliente jubilado, sino a “ejecutivos jóvenes” que necesitan un auto grande, lujoso, potente, seguro, lleno de gadgets y con mucho estilo. Su figura lo pone en evidencia, y es que si bien está lleno de cromo, lo afilado de la parrilla y faros, la elevada cintura y la caída del techo hacia la parte posterior evidencian una clara influencia europea; ni hablar del venidero Regal con todo y su motor turbo, que de plano es un Opel Insignia reetiquetado. Así de fuerte es el cambio en Buick.

INTERIOR

Por dentro, el LaCrosse sorprende todavía más, primero por el enorme espacio del habitáculo; segundo, por la comodidad de los mullidos asientos y riqueza de materiales; y tercero, por el nivel de equipamiento, que prácticamente iguala al del Cadillac CTS más completo. Los asientos de piel con ajuste eléctrico y memoria tienen además calefacción y ventilación, calefacción para el volante, espejos electrocrómicos con desempañador, sistema de audio con entrada USB y bocinas Harmann Kardon, head-up display, quemacocos panorámico, sensores de luz, lluvia y estacionamiento, faros de xenón con alumbrado en curva y cortinilla trasera de privacidad eléctrica, entre otros. Encontrar la posición de manejo ideal es muy fácil; permite dominar el gran tamaño del coche al cabo de pocos kilómetros.

EN MARCHA

Bajo el cofre del LaCrosse vive un V6 de 3.6 litros e inyección directa que ha dado muy buenos resultados en todas las marcas del grupo (Lo montan, por ejemplo, el Chevrolet Camaro V6 y la GMC Acadia). En este Buick entrega 280 HP y 270 libras-pie de torque, que resultan más que suficientes para mover con soltura sus poco más de 1,800 kg de peso. Además, tiene un sonido ronco a bajas rpm que resulta agradable al oído, porque ya en marcha dejamos de escuchar al motor gracias a la excelente insonorización; una de las mejores que hemos medido en coches de su tipo.

Mientras, el bastidor se nota bien afinado, con una puesta a punto orientada a la máxima suavidad pero sin llegar a causar “lancheos” o balanceos excesivos. Por el contrario, esa actitud blanda en autopista cambia a la hora de enfrentar una carretera de curvas, donde la obediencia de la dirección es bastante buena. Podríamos hasta decir que es neutral, ya que aún bajo exigencia casi no hay subviraje ni sobreviraje que provoque desconfianza u obligue a bajar la velocidad.

El conjunto es suficiente para lograr aceleraciones más que competentes para un coche de su potencia y peso: bastan menos de 10 segundos para acelerar de 0 a 100 km/h, que lo dejan algo más rápido que la mayoría de los medianos de lujo. Por el contrario, lo que menos le ayuda es la transmisión automática de seis velocidades, que aunque ofrece la posibilidad de hacer los cambios manualmente, no tiene esa viveza que sí ofrece el bastidor, y desentona con el carácter del motor.

VALE LO QUE CUESTA

Con una etiqueta de 530 mil pesos, el LaCrosse no es un coche barato ni mucho menos, pero teniendo en cuenta lo que ofrece en materia de tecnología, equipamiento, potencia, acabados y tamaño, tiene pocos rivales de cuidado. O bien son mucho más costosos si buscamos igualar el tamaño y el equipamiento, o mucho más pequeños y menos equipados si igualamos el precio. Es, en pocas palabras, el clásico auto americano de lujo que ya no puede hacerse de oídos sordos ante la competencia de Europa y lejano oriente.

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