Cadillac Eldorado Seville Coupé 1959

1959 será recordado siempre, por haber sido el año en que la industria ...
26/07/2008

Javier Fueyo

A fines de los años cincuenta, el rock’n roll sonaba en cada auto, en cada combinado de cada casa y en las rockolas de los bares; los ídolos del momento, Elvis Presley, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis o Fats Domino, ofrecían una música nueva y alegre enmarcada en una época muy influenciada por los temas espaciales, inspirados en la nave soviética Sputnik II que llevó a la estratósfera a la famosa perra Laika.

Toda creación humana responde a una necesidad que es vital satisfacer, y se nutre de los elementos de la época en que se concibe, y los automóviles no son ajenos a estas premisas. Durante los años cincuenta, y en especial después de 1953, los habitantes de los Estados Unidos estaban listos para consumir automóviles cada vez más grandes y potentes, devoradores de asfalto y de combustible, muy barato en esa época.

Esto llevó a que los fabricantes encargaran a sus diseñadores e ingenieros la producción de modelos ostentosos que mostraran la prosperidad de un mundo que dejaba atrás los sufrimientos producidos por la depresión económica iniciada en 1929 y la Segunda Guerra Mundial, conflicto del cual los Estados Unidos habían salido convertidos en la primera potencia del planeta.

Ante este panorama, es sencillo comprender por qué el sueño de la mayoría de la población era tener un auto nuevo, en el cual viajar lo más rápido y lejos que fuera posible. La culminación de esta loca carrera hacia el gigantismo fue, sin duda alguna, 1959, año en el cual las dimensiones de los automóviles, al igual que sus formas y ornamentos, alcanzaron un “clímax creativo” que no volvería a repetirse jamás.

 

MÁS IMPONENTE, IMPOSIBLE

Cadillac, la marca de lujo del gigante General Motors, proponía para ese año modelos que superaban los 5 metros de largo, con las gigantescas aletas de cola que muestran las imágenes. Durante 1959 las ventas de la marca ocuparon el décimo lugar en el escalafón nacional al entregar al público 142.272 unidades de sus cinco series disponibles; en orden ascendente de equipamiento y lujo, éstas eran: 60, 62, 75, Deville y Eldorado (serie de ensueño disponible en el mercado desde 1953), a la cual pertenece el automóvil que ilustra esta nota.

Este modelo es uno de los 975 Eldorado Seville que se produjeron a lo largo de aquel año siendo menos comunes las Hard Top Coupé. Este cupé sin parales cuenta con una imponente carrocería fabricada enteramente con acero, la cual está montada sobre un chasis en forma de X, construido con el mismo material. Como resultado, el peso final del automóvil supera las dos toneladas.

Las líneas generales, armónicas y fluidas surgieron del trabajo del Departamento de Arte y Color de General Motors, al mando de Harley Earl, quien dio gran importancia a los vidrios amplios para lograr un automóvil con un interior claro y acogedor. La silueta del auto tiene una clara inspiración moderna y espacial, en la que se destacan las enormes aletas de cola en forma de cohetes a punto de ser lanzados, que contienen las dos parejas de luces posteriores con aspecto de proyectiles y ubicadas muy arriba, todo enmarcado con grandes dosis de cromo a lo largo y ancho de la carrocería.

En la parte frontal se destacan los cuatro faros (Sealed Beam) en la parte superior y los cocuyos de la parte inferior, estos últimos acompañados por luces antiniebla, separados por una impresionante parrilla cuadriculada y dividida en dos partes, de la cual sobresalen 128 conitos en forma de proyectiles. Ésta se complementa con una cuadrícula similar para la parte trasera que cuenta únicamente con 51 conitos, similares a los que se encuentran en el frontal del auto, y bajo la cual se oculta la boca de llenado del depósito de gasolina, con capacidad para 21 galones.

 

VIAJE AL ESPACIO INTERIOR

Si la parte exterior es imponente, el interior no se queda atrás, ya que su espacio es enorme y sus acabados sobrios y funcionales, a los que se accede por unas enormes puertas. Las sillas son extremadamente cómodas; la delantera, del tipo banca corrida, cuenta con espaldares independientes, y las traseras se destacan por la buena inclinación, que permite realizar viajes largos sin experimentar cansancio.

La ventilación interior es otra de sus fortalezas, ya que cuenta con un silencioso sistema de aire acondicionado y calefacción, y de ser necesario, las generosas ventanas laterales se pueden bajar de manera eléctrica completamente para respirar aire puro sin obstáculo alguno.

El tablero que recorre de lado a lado la parte frontal del habitáculo, totalmente acolchado en la parte superior (con lo que se buscaba brindar protección a los pasajeros), contiene el panel de instrumentos que informa sobre la velocidad a que se viaja, los kilómetros totales y parciales recorridos, al igual que el nivel de combustible y la temperatura de funcionamiento del motor.

Para complementar el equipo cuenta con elevavidrios eléctrico en los cuatro cristales, radio AM con memorias accionadas mediante teclas y dos parlantes, cuatro ceniceros con encendedor de cigarrillos, bloqueo central, espejo interior con dispositivo antideslumbramiento, dirección asistida hidráulicamente, sistema automático de velocidad de crucero y un útil accesorio llamado Autronic Eye High Beam, que automáticamente cambia las luces del automóvil de altas a bajas cuando, al viajar en la noche, detecta otro vehículo que viaja en sentido contrario; este sensor viene montado en la parte superior del tablero.

 

REGRESO A LA REALIDAD

En cuanto a los aspectos mecánicos, su tendencia, más que el futurismo, era el continuismo, ya que apenas mostraba una pequeña evolución de lo visto en años anteriores. El Eldorado utilizó un motor V8 con apertura a 90 grados, hecho enteramente de hierro y con un desplazamiento de 6.391 c.c. (390 pulgadas cúbicas), alimentado por tres carburadores Rochester de doble vénturi cada uno, que le permiten producir 345 HP a 4.800 rpm y disponer de 60,14 kg-m de torque, con un índice de compresión de 10,5 a 1 y pistones y bielas de aluminio.

Las versiones básicas, por no decir “espartanas” de Cadillac —que en la marca no existen—, cuentan con un motor que produce únicamente 325 caballos y un torque de 59,45 kg-m. La transmisión es una GM Hydra-Matic Drive de tres velocidades adelante, la cual se acciona desde una palanca ubicada en la columna de dirección, que realiza el paso entre cambios de una manera tan suave que resulta imperceptible. La suspensión es independiente con tijeras adelante y eje rígido atrás con espirales para las cuatro esquinas en las versiones básicas, mientras que en las superiores, se reemplazaron los resortes helicoidales por un sistema neumático que mejoró la comodidad.

El sistema de frenos hidráulicos se basa en cuatro campanas y cuenta con servoasistencia. Su funcionamiento es bastante preciso y eficiente, pese a que su labor es detener un auto de más de 2 toneladas de peso. Un año después de que apareciera este fastuoso ejemplar que vive entre nosotros, los tiempos cambiaron y la ostentación pasó a formar parte de un capítulo en los libros de historia.

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