Ambos automóviles estrenan plataforma y fisonomía. En el caso del Malibu, las formas son más voluminosas y sólidas, seriamente alejadas de sus antecesores. Por su parte, el Accord apunta por un estilo más clásico, señorial. En estricto sentido de su tamaño, ya pertenece al segmento de autos grandes.
Si hablamos de interiores, el ejemplar de Chevrolet presume una transformación total. Todos los materiales son de buena calidad, los ensambles denotan esmero y el diseño del tablero nos recuerda a sedanes más costosos como los de Cadillac. Mientras, Honda exhibe ensambles intachables con un estilo casi aburrido comparado al del Malibu. No obstante, en Honda, la mejor carta se llama ergonomía y todos sus mandos son intuitivos, fáciles de operar.
Los dos poseen suficiente habitabilidad para cinco adultos, con todo y equipaje. El confort está asegurado en cualquiera de los dos: aislamiento y materiales acústicos bien realizados en Chevrolet, y electrónica asociada al equipo de sonido para el Honda.
Lo más interesante de ambos sedanes es el desempeño dinámico: muy equilibrado. La marcha del Malibu califica de notable, sedosa; sabe a esos viejos sedanes de hace 30 años. Pero no hay punto de confusión, pues su fiel dirección y un tren motor bien entendido genera una conducción satisfactoria. Ello radica en la notable respuesta del V6 de 3.6 litros que junto a la eficaz transmisión automática de seis relaciones con mando secuencial permite muy buen paso en carreteras de montaña, siempre dentro de las condicionantes de tamaño del Malibu. Sólo en curvas de radio corto la masa induce el esperado subviraje, por lo que hay que dejar un margen de prudencia. En contraste, su punto dulce ocurre a los 160 km/h en autopista.
Por su parte, el Accord posee una marcha más comunicativa, lo que incrementa la confianza a cualquier velocidad. Su excelente V6 contrarresta eficientemente la vejez de la caja automática. A pesar de las cinco velocidades, sus pocas casillas no permiten cambios inmediatos, lo que obliga a pisar con frecuencia el acelerador o anticiparlos con holgura. A descargo figura la dirección, terriblemente fidedigna al punto de que bastan las puntas de los dedos para controlar el auto en la mayoría de las circunstancias. El subviraje sólo surge en casos de extrema exigencia o por descuido de nosotros. En autopista se halla mejor sobre los 160 km/h.
La conclusión es concreta: gana el Accord sobre el Malibu, pero con muy poca ventaja. Hay que considerar que es el primer año del Malibu, por lo que no es descabellado esperar una mejora sustancial en un par de años y entonces sí, le retará en serio al campeón Accord.
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