17 demócratas de la cámara representantes proponen aumentar a 6,000 MDD el presupuesto para vehículos eléctricos en el servicio postal, en línea con el proyecto de electrificación de Biden.
Apenas al comenzar su mandato, Joe Biden, actual presidente de los Estados Unidos, ha buscado revertir varias de las políticas de su antecesor. En lo que respecta al combate del cambio climático por acción humana y, más concretamente, los vehículos de propulsión alternativa, ya hay un par de propuestas concretas. Para comenzar, se busca extender los créditos fiscales para autos electrificados, aunque el monto del apoyo se reduciría de 7,500 a 7,000 dólares. Esta medida beneficiaría a fabricantes como Tesla y General Motors, que ya rebasaron el límite de 200,000 unidades aplicables.
GM depende por completo de las ventas, aunque Tesla recibe la mayor parte de sus ingresos de créditos regulatorios. Se trata “multas” que tienen que pagar las marcas que no alcanzan a vender un mínimo de vehículos eléctricos; las marcas que superan el límite, como Tesla, “venden” su excedente a las que no. Esto le ha permitido reducir sus precios, pero no es un truco que puedan usar por siempre. Además, Biden anunció un plan para reemplazar la flota de vehículos federales por modelos eléctricos. Esto representa unas 645,000 unidades, aunque la mayoría corresponden a camiones de reparto, camiones ligeros y autobuses.
Estos vehículos eléctricos deberán ser fabricados en Estados Unidos, alineándose con la ley Buy American de 1933. Se espera que se aumente el porcentaje obligado de piezas fabricadas en USA, que actualmente es de 50%. Esta medida se complementaría con la instalación de más puestos de recarga a lo largo del territorio estadounidense, aunque de momento no hay un cronograma de implementación. “El gobierno federal también posee una enorme flota de vehículos, que reemplazaremos con vehículos eléctricos limpios fabricados aquí en Estados Unidos por trabajadores estadounidenses”, dijo Biden. “Juntos, esta será la mayor movilización de inversión pública en adquisiciones, infraestructura e I+D desde la Segunda Guerra Mundial”.
A raíz de este anuncio, el Servicio Postal de Los Estados Unidos se comprometió inicialmente a electrificar un 10% de su flota. Aunque vienen a nuestras mentes nombres como Ford, General Motors o Tesla, la necesidad de vehículos eléctricos especializados ha hecho que se mire a otras empresas. Se otorgó un contrato por 482 millones de dólares (MDD) con el proveedor militar Oshkosh Defense, que diseñará los vehículos para el servicio postal. El contrato podría extenderse hasta 10 años, para proveer entre 50,000 y 165,000 vehículos, entre eléctricos e híbridos conectables.
Aunque Oshkosh estaba en pláticas con Ford, la firma indicó que usarán un modelo de desarrollo propio. La flota del servicio postal de más de 230,000 vehículos tiene un promedio de 30 años, lo que requiere un gasto anual por unidad de unos $5,000 dólares sólo en mantenimiento. Las acciones de Oshkosh aumentaron un 6.1%, hasta $109.62 dólares, mientras que las acciones de Workhorse/Lordstown se desplomaron, pues también competía por el contrato.
Herbert Diess, CEO de VW, no perdió la oportunidad de recordarle a Biden que su modelo eléctrico ID.4 se fabricará en Chattanooga, aunque tal vez tengan que esperar la llega de un modelo más apropiado, como el Microbus EV o I.D. Buzz. Otros fabricantes que cuentan con contratos con empresas privadas de reparto podrían tener una mejor oportunidad. General Motors presentó su submarca de vehículos eléctricos de reparto BrightDrop, con 250 millas (400 km) de alcance. La subsidiaria ya cuenta con un acuerdo con FedEx y está en pláticas con Merchants Fleet. Rivian ya cuenta con prototipos de prueba para Amazon; y Ford ya presentó la E-Transit 2022.
Un grupo de 17 representantes demócratas está impulsando un presupuesto de hasta 6,000 MDD para electrificar el Servicio Postal. Esto aumentaría la flota de vehículos eléctricos del 10 al 75%. Contempla un esquema más estructurado, con un 50% de vehículos eléctricos nuevos de aquí a 2029 y el 100% a partir de 2040. Canadá, cuyo primer ministro comulga con Biden, también ha invertido unos 2.2 MDD para electrificar el transporte público. En México se acaba de aprobar una ley para que el estado centralice la producción de electricidad, sin invertir en energías alternativas. El regreso a la quema de carbón y petróleo podría contravenir varios compromisos del USMCA/T-MEC.
Un efecto colateral de esta electrificación acelerada podría hacer chocar dos proyectos de Biden. Por un lado, se comprometió a aumentar en un 30% las reservas para la conservación y las áreas protegidas. Por otro, para reducir la dependencia de otros países, especialmente China, en cuestión de semiconductores, baterías y tierras raras como litio, sería necesario fomentar la minería. Al mismo tiempo, se retrasarían estándares ambientales más estrictos para esta actividad. El presidente podría cabildear bloqueando nuevas minas de componentes más contaminantes, como cobre o carbón.
Pese al bache que representó el 2020, los autos eléctricos aumentaron un año más sus ventas. Aunque hubo un retroceso en China, se mantiene como el mercado más grande para este segmento.
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