Se trata de mucho más que una simple prueba de sonido en un túnel: es una especie de el “último concierto”, el de despedida. La versión abierta del 430 Scuderia, el Scuderia Spider 16M, es el último Ferrari que podrá gritar a los cuatro vientos la alegría de vivir sin censura, pues la Unión Europea busca legislar para exigir niveles de emisión de ruido mucho más estrictos, aunque en el resto del mundo esa es otra historia. De esta forma saltamos sobre este cohete descapotable y disfrutamos uno de los últimos placeres de la técnica acústica moderna.
Un convertible dentro de un túnel es equiparable a una sinfónica tocado dentro del pasillo de la casa. Por 255,350 euros se consiguen las siguientes cifras: ocho cilindros de Maranello que juntos suman 4.3 litros y generan 510 HP y 470 Nm al casi rozar las 8,500 rpm, una fórmula exquisita que pronto verá a su reemplazo durante el salón de Frankfurt, con la llegada del F458 Italia, que llega para sustituir al F430.
Por si fuera poco, el 430 Suderia Spider 16M tiene el honor de presumir un nombre por demás exclusivo. La M viene por Mondiali, y el 16 por las victorias que la marca ha obtenido como armadora en la Formula 1, es decir, 16 veces marca campeona del mundo en la máxima categoría. Por supuesto, este Spider se acerca aún más que el coupé a los monoplaza del cavallino rampante, pues estos tampoco tienen techo.
LA DESPEDIDA
El 430 Suderia Spider 16M marca el clímax y final de la serie F430 y de esta forma lo justifica la mítica marca de autos deportivos: un intimidante biplaza de motor central a cielo abierto, un irascible motor de ocho cilindros, un comportamiento de conducción explosivo y un sonido brutal. Una experiencia difícil de olvidar y que muchos motociclistas conocen de cierta forma. Ningún otro modelo ofrece hoy en día más “Ferrari” que el 16M.
Todo esto hace calentar la sangre de los coleccionistas y los hace volverse locos por una pieza como esta. A diferencia del 430 Scudería coupé, el Spider 16M está limitado: 499 piezas únicas se fabricarán para finales de este año y cada única ostentará una placa conmemorativa numerada en el tablero que asegurará que no se fabriquen más de los anunciados (no compre el No. 586, será “pirata”), como sucedió en su momento con el F40.
La estadística dice que cerca del 10% del ruido en las calles se genera a propósito es una especie de música de combustión, y para el fetichista del sonido será una maravilla poder oír el Scuderia Spyder. Un grupo de motociclistas descansaba a la salida del túnel cuando escucharon los estruendos de los escapes de nuestro 16M. Poco después, el paso de un Scuderia generó una avalancha que sorprendió a la multitud de motociclistas en un santiamén mientras nos comentaban tartamudeantes: “pensamos que se trataba de un escuadrón de motocicletas deportivas a toda velocidad”.
DESPUÉS DE LA TORMENTA
La calma viene poco después y sólo entonces, pasada la estampida elefantes barritando, pudimos confirmar lo que nuestros oídos nos adormecidos suponían: el decibelímetro indica 131.5 decibeles justo a la salida del túnel, donde colocamos el aparato. Esto genera una pregunta: ¿es el sonido en el 16M demasiado alto?, la respuesta se encuentra oculta y doblada tras los asientos: el techo de lona de activación eléctrica. El segundo intento es a la altura de los oídos pero con la capota puesta. Una vez más el Scuderia forma una tormenta sónica que se condensa y descarga como relámpago mientras más se juntan las ondas sonoras al final del túnel. El resultado: 131.5 db, lo mismo que escucharíamos salir de las turbinas de un jet de propulsión a 100 metros de nosotros.
Pero no debemos ver al Scuderia 16M sólo como un hermoso generador de sonido, pues de la misma forma que el 430 Scuderia, se trata de un Gran Turismo casi de competición, sólo que a cielo abierto, con lo que decidir la ruta será muy complicado. Si elegimos autopistas abiertas la experiencia auditiva será tan sólo de la mitad de intensidad, pero si elegimos las carreteras con túneles, nos perderemos las carreteras montañosas y sus curvas eternas, lo que también puede ser un error. Dado que el convertible pesa apenas 90 kg más que el coupé, la diferencia sólo se hace evidente en los tiempos en pista (Circuito de Fiorano: 1:26.5 contra 1:25 del coupé), sin embargo, no en el manejo cotidiano, por lo que el Spider aún es un Scudería enteramente, una verdadera máquina de conducir.
DEVORADOR DE CURVAS
El 16M se come cada giro con insaciable gula, permaneciendo a la vez inmutable y sin perder adherencia en cada uno de ellos. La aceleración es casi ilimitada, apenas hacemos un cambio con las manetas al volante y el motor vuelve a subir revoluciones hasta que un conjunto de LEDs nos indican el siguiente cambio de velocidad cerca de las 8,500 rpm. Y a pesar de que se trata de un auto casi de circuitos, es muy seguro y noble de llevar a ritmos veloces, pues el diferencial de bloqueo electrónico en conjunto con el control de tracción F1-Trac hacen las veces de un ojo vigilante para evitar que perdamos el eje trasero en una curva rápida. De esta forma la transferencia de pesos del motor central pierde el calificativo de espeluznante y en su lugar da cabida a un inmenso placer al jugar con mucha libertad en todas las curvas. Es imposible no sentirnos verdaderos pilotos a bordo de este auto, pero en el fondo sabemos que la inteligencia es primordialmente de la electrónica.
Sin un techo que cubra las cabezas, el Spider abierto permite a sus afortunados pasajeros interactuar aún más con el drama de la conducción que su hermano coupé, relacionando a estos aún más con las constantes señales de superdeportivo. Posiblemente el olor del caucho quemándose de las Pirelli PZero Corsa, o el rechinido de los frenos carbonocerámicos mientras se enfrían sean lo mejmor, claro, sin olvidar el chasquido de las válvulas neumáticas de la caja de seis velocidades F1 que en tan sólo 60 milisegundos pasa de una marcha a otra, y una vez más llegando a la admiración de su acústica marcial.
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