En 1963, Chrysler presentó el Turbine Car, desarrollado junto a la firma italiana Ghia. Con un motor de turbina capaz de girar hasta 22.000 rpm, 55 unidades fueron probadas por más de 200 conductores en condiciones reales. Aunque los problemas técnicos frenaron su producción, fue el prototipo con turbina más avanzado de su tiempo.
La Feria Mundial de Seattle de 1962 fue el escenario para el Ford Seattle-ite XXI, un prototipo de seis ruedas que proponía módulos intercambiables, capota tipo ala de gaviota y un enfoque futurista de la movilidad. Aunque era solo una maqueta a escala, representaba cómo Ford imaginaba el transporte del siglo XXI.
En 1953, General Motors presentó el Firebird I, un coche experimental con motor de turbina inspirado en la aviación. Con alas, cola y cabina acristalada, parecía más un caza a reacción que un coche. Aunque no llegó a producción, abrió el camino a nuevas ideas sobre la movilidad y la energía alternativa.
Inspirado en el Dymaxion, el Stout Scarab se presentó como un vehículo espacioso y futurista en los años 30. Con un diseño interior modular y asientos reposicionables, se adelantó décadas a la moda de los monovolúmenes. Aunque solo se fabricaron nueve prototipos, su concepto es considerado visionario.
El Dymaxion Car, creado por Buckminster Fuller en 1933, fue un experimento de aerodinámica y ligereza. Su forma ovoide y su motor Ford V8 trasero buscaban máxima eficiencia, algo muy adelantado a la época. Solo se fabricaron tres unidades, pero dejó un legado que inspiró a generaciones posteriores de diseñadores.
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