Las levas de cambio son un recurso emocionante en coches deportivos, donde la transmisión automática secuencial se disfruta en carretera o circuito. Pero en SUV familiares o modelos con transmisiones CVT, su presencia es más un accesorio estético que funcional.
Por qué no vale la pena: En la mayoría de los casos, el propio software de la caja de cambios gestiona mejor las marchas que el conductor. Pese a ello, algunos compradores las valoran por el simple hecho de sentirse más “deportivos” al volante.
Algunos fabricantes pensaron que integrar redes sociales en el infoentretenimiento sería una buena idea. Sin embargo, esta función no hace más que aumentar las distracciones al volante.
Por qué no vale la pena: Ya es arriesgado leer o responder mensajes de texto mientras se conduce, y añadir notificaciones de Facebook, WhatsApp o Instagram solo multiplica el riesgo. Aun así, muchos usuarios lo consideran un detalle de “conectividad premium”.
La visión nocturna proyecta en la pantalla imágenes de lo que las luces delanteras no alcanzan a mostrar, detectando animales, peatones o calor en la carretera. Aunque parece futurista, en realidad añade una distracción más al conductor.
Por qué no vale la pena: La conducción nocturna exige máxima concentración, y apartar la vista a una pantalla puede ser más peligroso que útil. Esta tecnología sí tiene potencial en sistemas de seguridad autónomos, pero no como un “juguete” para el conductor.
Hace una década, un GPS integrado en el coche era un lujo. Pero hoy, con la conectividad de los smartphones y plataformas como Google Maps o Waze, se ha vuelto obsoleto. Estos sistemas externos ofrecen información actualizada sobre tráfico, rutas y radares que los navegadores de fábrica rara vez igualan.
Por qué no vale la pena: Aunque algunos compradores todavía lo consideran un “plus tecnológico”, la realidad es que el GPS del coche se actualiza poco y cuesta caro mantenerlo. El smartphone sigue siendo la mejor herramienta.
El control por gestos llegó como una innovación en sistemas de infoentretenimiento, permitiendo manejar menús con simples movimientos de la mano. Sin embargo, en la práctica suele ser más un truco que una ventaja real. Requiere precisión, a menudo no responde bien y obliga al conductor a desviar la vista hacia la pantalla.
Por qué no vale la pena: La mayoría de fabricantes están recuperando botones físicos para reducir distracciones, dejando al control por gestos como un recurso atractivo en teoría, pero poco efectivo en la conducción diaria.
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