El Toyota FJ Cruiser fue un todoterreno que, a pesar de su diseño retro y su tamaño imponente, ofrecía una experiencia de conducción increíblemente divertida y capaz. Con su motor V6 de 4.0 litros y un sistema de tracción en las cuatro ruedas, el FJ Cruiser podía enfrentarse a los terrenos más difíciles. Aunque no tenía la elegancia del Toyota 4Runner, su robusto chasis y la posibilidad de personalización (como con el snorkel) lo convirtieron en un vehículo muy querido por los entusiastas del off-road. Toyota decidió descontinuarlo en 2014 para centrarse en otros modelos, pero el FJ Cruiser sigue siendo uno de los todoterrenos más apreciados por los aficionados al 4×4.
El Dodge Viper es un icono de la potencia pura y el diseño agresivo. Equipado con un motor V10 que inicialmente producía 400 caballos de fuerza, el Viper se ganó el reconocimiento como uno de los muscle cars más emocionantes de todos los tiempos. Su diseño sin concesiones, sin aire acondicionado ni airbags en sus primeras versiones, lo hacía un coche de puristas para los amantes de la velocidad. A lo largo de sus generaciones, Dodge mejoró su seguridad y comodidad, pero el atractivo del Viper siempre estuvo en su imparable motor. Después de la producción de 2017, Dodge descontinuó el modelo, pero aún muchos sueñan con el regreso de este coche legendario.
El Volkswagen Rabbit fue un hatchback pequeño y divertido que dejó una marca indeleble en los conductores que buscaban economía, agilidad y estilo. Aunque originalmente fue presentado como el Golf Mk1 en los EE.UU., Volkswagen lo renombró como Rabbit para el mercado estadounidense en 1983, donde se mantuvo como una opción popular hasta 2009. Su motor de 2.5 litros y cinco cilindros le permitía ofrecer una conducción divertida sin sacrificar la eficiencia de combustible. En un mundo dominado por los SUVs, el Rabbit sigue siendo un recordatorio de la simplicidad y diversión de los hatchbacks, y muchos lamentan su descatalogación.
El Chevrolet SS fue un coche sorprendente que deslumbró con su motor V8 de 415 caballos de fuerza y tracción trasera. Aceleraba de 0 a 100 km/h en 4,7 segundos, rivalizando con algunos deportivos de la época. Basado en el Holden Commodore, el SS destacó por su carácter y su rendimiento. Aunque no dominó el mercado, su participación en NASCAR y su estética muscular le ganaron una base de fans fiel. Tras ser descontinuado en 2017, tras la cancelación de la producción del Commodore en Australia, el SS dejó un vacío en el mercado de sedanes deportivos y aún es un coche muy deseado por los aficionados.
El Dodge Magnum fue una de esas camionetas familiares que lograron equilibrar potencia y funcionalidad de una forma impresionante. Su versión SRT-8, equipada con un motor Hemi V8 de 6.1 litros, era capaz de acelerar de 0 a 60 mph en solo 5.1 segundos, lo que la hacía más parecida a un muscle car que a una camioneta familiar. Aunque nunca fue un superventas, su combinación de espacio, rendimiento y estética única la convirtió en un modelo muy apreciado. Dodge descontinuó el Magnum para enfocarse en el crossover Journey, pero su legado sigue vivo, y muchos entusiastas añoran el regreso de este modelo.
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