El Hyundai Kona Electric es uno de los eléctricos más equilibrados en términos de autonomía, precio y practicidad. Aun así, no escapa a la depreciación acelerada: su valor puede desplomarse casi a la mitad tras un año de uso. Esto se debe principalmente a la gran oferta de SUVs eléctricos compactos, que genera presión en la reventa.
El Audi e-tron es un SUV eléctrico que presume de calidad alemana y un alto nivel tecnológico. Sin embargo, su precio de salida elevado y la rapidez con la que avanza el sector provocan que su valor en el mercado caiga de forma notable, hasta un 50% en un año. Es un modelo premium que cumple en confort y equipamiento, pero no destaca en retención de valor.
El BMW i3 fue uno de los pioneros en movilidad eléctrica premium, con un diseño futurista y materiales sostenibles. Pese a ello, su mercado de segunda mano es limitado, lo que provoca una depreciación muy elevada. La llegada de eléctricos más modernos en el catálogo de BMW ha hecho que el i3, incluso en versiones recientes, pierda atractivo entre los compradores.
El Jaguar I-PACE, primer SUV eléctrico de la firma británica, es un coche con gran atractivo en diseño y prestaciones. No obstante, su alto coste inicial y la llegada constante de modelos más avanzados hacen que su valor se reduzca casi un 50% durante el primer año. Una opción tentadora para quienes priorizan exclusividad, pero menos interesante en términos financieros.
El Chevrolet Bolt EV destacó en 2022 por su autonomía y un precio más asequible frente a rivales directos. Sin embargo, sufre una caída de valor muy pronunciada, llegando a perder hasta la mitad de su precio inicial en apenas doce meses. La razón está en la feroz competencia del mercado y la rapidez con la que aparecen versiones más modernas.
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