Más allá de los modelos contemporáneos, los clásicos como el Volkswagen Beetle o el Ford Mustang siguen demostrando que la durabilidad no entiende de modas. Construidos con materiales sólidos y mecánicas sencillas, estos coches se han mantenido en circulación durante décadas. Restaurarlos no solo es un acto de pasión, sino también una forma de poseer un vehículo cuya vida útil puede superar a la de muchos coches nuevos.
El Volvo XC90 es un SUV familiar que ha sabido ganarse un lugar entre los más longevos del mercado. Con una reputación sólida en seguridad y resistencia, este modelo sueco se mantiene como una excelente alternativa de segunda mano. Su construcción robusta y su capacidad para recorrer cientos de miles de kilómetros lo colocan por encima de muchos SUV modernos en términos de vida útil.
El Lexus LS combina refinamiento con fiabilidad a largo plazo. A diferencia de muchas berlinas de lujo que sufren depreciaciones rápidas y problemas de mantenimiento, este modelo japonés destaca por su resistencia y su bajo índice de averías. Comprar un LS usado significa acceder a un coche de alta gama con acabados de primera y una durabilidad que rivaliza con modelos actuales.
El Mazda MX-5 Miata demuestra que los deportivos también pueden ser longevos. Su ligereza, agilidad y fiabilidad mecánica lo han convertido en un clásico moderno. Un MX-5 usado no solo brinda una conducción emocionante, sino que además ofrece una resistencia mecánica que sorprende, a menudo superando en durabilidad a deportivos más nuevos y complejos.
El Volkswagen Golf es un referente de la versatilidad europea. Compacto, práctico y eficiente, este modelo ofrece una longevidad notable que lo convierte en una apuesta segura en el mercado de ocasión. Sus motores han demostrado ser sólidos, y su diseño atemporal asegura una buena experiencia de conducción, incluso frente a rivales más recientes.
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