La idea de que un coche eléctrico está ‘a prueba de futuro’ es muy atractiva, pero en realidad, la tecnología de baterías y los sistemas informáticos de muchos de estos vehículos están lejos de ser innovadores. El software de muchos coches eléctricos es lento, obsoleto y, a veces, se queda atrás en comparación con la rápida evolución de las tecnologías de otros sectores. Y las actualizaciones inalámbricas? A veces, lo que debería mejorar tu coche puede terminar dejándote con un vehículo inutilizable por culpa de un error de software.
El sueño de un combustible barato es tentador, pero la realidad es que las tarifas de electricidad, especialmente en estaciones de carga rápida, pueden ser sorprendentemente caras. A medida que la demanda de carga crece, las empresas de energía están elevando los precios de la electricidad de forma similar a como lo hacen con la gasolina. No estás escapando de los grandes intereses energéticos, solo estás cambiando la fuente de pago.
Si tienes la suerte de vivir en una casa propia, es probable que puedas instalar un cargador de pared, pero ¿qué pasa si vives en un apartamento? Aquí entra la pesadilla: encontrar un cargador público disponible puede convertirse en una odisea, especialmente si vives en una ciudad con infraestructura de carga insuficiente. Y no hablemos de la cantidad de dinero extra que se puede gastar usando los cargadores rápidos, que muchas veces superan el costo de llenar el tanque de un coche de gasolina.
Un coche eléctrico puede parecer una ganga si consideras solo los costos de mantenimiento. Menos piezas móviles y la ausencia de cambios de aceite son ventajas reales. Pero no olvides que el precio de compra inicial de un VE suele ser mucho más alto que el de un coche convencional. Aunque el ahorro en gasolina es real, lo que pagas al principio puede tardar años en recuperarse, especialmente si eliges un modelo premium.
La idea de salvar el mundo con un coche eléctrico puede sonar bien, pero la realidad es más compleja. Sí, los VE reducen las emisiones locales en comparación con los vehículos de combustión, pero el impacto global es mucho mayor. La minería de los materiales para las baterías y el proceso de fabricación de los vehículos siguen siendo muy contaminantes. La lucha por el planeta no se gana solo con el transporte, sino con una transformación global de la industria energética.
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