El Nissan Pathfinder fue durante años una referencia en su segmento, pero sus últimas generaciones arrastran fallos de fiabilidad, especialmente en la transmisión CVT de 2013. Estas averías costosas, unidas a su rápida depreciación y consumo medio poco competitivo, han llevado a muchas empresas a descartarlo por completo de sus flotas.
El Toyota 4Runner es un auténtico icono por su durabilidad y capacidades off-road, pero esas virtudes juegan en su contra en el negocio del alquiler. Su conducción menos cómoda para el día a día y su consumo elevado lo hacen poco atractivo frente a SUV más versátiles y eficientes, por lo que rara vez se incluye en flotas comerciales.
El legendario Mitsubishi Pajero conquistó el Dakar y miles de rutas off-road, pero su diseño envejecido y prestaciones ya desfasadas le han restado atractivo en el mercado. A esto se suman críticas por consumo elevado y emisiones, lo que hace que las compañías de alquiler, cada vez más enfocadas en la sostenibilidad, lo eviten sistemáticamente.
Con un interior espacioso y motores potentes, el Dodge Durango podría parecer ideal para una familia de vacaciones. Sin embargo, su precio elevado de adquisición, su alta depreciación y un consumo muy por encima de la media lo convierten en una apuesta poco rentable para las empresas de alquiler, que priorizan costes operativos bajos.
El Land Rover Discovery ofrece lujo, tecnología y capacidades off-road, pero su talón de Aquiles son los costes de mantenimiento y los problemas de fiabilidad. La complejidad de su ingeniería genera reparaciones frecuentes y caras, algo que ninguna compañía de alquiler está dispuesta a asumir. Además, su consumo no es competitivo frente a modelos más modernos.
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