El ZR1 es un espectáculo sensorial: rugidos, explosiones y vibraciones que hacen latir el corazón de cualquier entusiasta. El Tesla, en cambio, es silencio puro, un coche que parece “demasiado civilizado”… hasta que miras el cronómetro y entiendes que la música aquí está en los números.
El Tesla cuesta casi la mitad que el Corvette y aun así logra derrotarlo en el drag strip. Supercar performance a precio de sedán eléctrico: esa es la clave de su éxito. Es una relación calidad-precio que el Corvette, pese a su carisma, difícilmente puede igualar.
Con un precio cercano a los 263.000 dólares, el ZR1 ofrece un motor V8 sobrealimentado de carácter salvaje. Su aceleración no es tan explosiva como la del Tesla, pero su mayor virtud es la constancia: puede rodar fuerte durante horas sin desfallecer, algo que los amantes de los track days valoran enormemente.
Sin embargo, el Plaid no es perfecto. Su talón de Aquiles aparece en circuito, donde las baterías se sobrecalientan tras apenas unas vueltas a fondo. Esto obliga a enfriar antes de volver a atacar, lo que deja claro que la resistencia sigue siendo terreno de los deportivos de combustión.
El Plaid ha demostrado que un sedán eléctrico de cuatro puertas puede humillar a superdeportivos mucho más caros. Con más de 1.000 CV, alcanza el cuarto de milla en menos de 10 segundos. Su mayor virtud es la entrega instantánea de par, algo que lo convierte en un auténtico misil en línea recta.
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