Por otro lado, los EV son menos propensos a ser robados. Necesitan recarga y suelen tener sistemas de rastreo incorporados. Esta ventaja puede reducir ligeramente la prima, aunque no compensa los otros factores que encarecen el seguro.
Los daños en un EV suelen implicar piezas caras y sistemas tecnológicos complejos, incluyendo la batería. Incluso pequeños accidentes pueden generar reclamaciones de gran importe, lo que se traduce en primas mensuales más altas.
Los coches eléctricos requieren técnicos formados y herramientas específicas. Las zonas con pocos talleres especializados pueden encarecer el seguro, porque los tiempos de reparación se alargan y los costes aumentan. Tener un taller cercano reduce este impacto.
Quienes circulan en ciudades suelen enfrentar primas más altas por el tráfico intenso y el riesgo de robos. En cambio, en áreas rurales los seguros pueden ser más económicos, aunque la espera por reparaciones de EV puede ser mayor. La ubicación diaria influye de forma directa en el precio del seguro.
Cada país e incluso cada región tiene reglas propias de seguros. Por ejemplo, en Estados Unidos, los conductores de Florida pagan más que los de Carolina del Norte debido a tasas de accidentes, acceso a talleres y riesgos climáticos. Conocer las tendencias locales permite estimar mejor los costos de asegurar un EV.
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