La Infiniti QX55 es un derivado más estilizado de la QX50, por lo que nos dimos a la tarea de evaluar otros aspectos como calidad y manejo ¿El resultado? Léanlo aquí.
Las Crossover-Coupé no son nuevas para Infiniti; con el enfoque correcto de marketing, las FX (luego QX70) y EX (la QX50 original), bien pudieron recibir ese apelativo. Pero sigamos la corriente y hagamos de cuenta que la QX55 es su primera Crossover-Coupé; y de hecho, es la primera derivada de una SUV/Crossover en forma, lo que parece ser un requisito indispensable desde que la BMW X6 fundó el segmento (aunque varios le atribuyen dicho honor a SsangYong).
Así, la QX55 deriva de la QX50 que conocemos desde 2019. Ésta en casi nada tiene que ver con su predecesora, más allá del nombre, pues la EX/QX50 de primera generación compartía la base de propulsión trasera de los G37/370Z, así como su motor V6 de 3.7 litros. Para la segunda generación, Infiniti tomo un camino más seguro, con una base tracción delantera, aunque con AWD de serie, cuando en su hermana Crossover a secas es opcional.
La QX55 conserva el diseño de los últimos Infiniti, con una gran parrilla formada por trazos curvos, faros y calaveras afilados, superficies orgánicas, pasos de rueda bulbosos y rines de 20” (de serie). Su mayor declaración es su abrupto remate trasero, con un breve medallón que parece estar inclinado por debajo de los 45°. El interior es agradable y con buenos terminados y materiales en la mayor parte de la cabina. Como en todo buen Crossover-Coupé, el diseño castiga el espacio en la banca trasera (el quinto asiento parece más una sugerencia) y el espacio de carga (26.9 vs. 31.4 pies cúbicos, aunque es mayor que en la mayoría de sus rivales), pero eso no los hace menos populares.
Infiniti afirmó en su momento que la plataforma de la QX50, compartida con la QX55 (ambas se fabrican en el complejo COMPAS de Aguascalientes, México), era totalmente nueva, lo que se antoja algo difícil, dado el gusto de su matriz Nissan por compartir plataformas con Renault, e incluso con Mitsubishi o Mercedes-Benz en años recientes. Viendo las medidas clave, parece estar más cerca de la Nissan Murano que de la Rogue/X-Trail.
Las medidas de ancho y distancia entre ejes son idénticas a la QX50 (74.9” o 1.90 m; y 110.2” o 2.80 m), aunque la Infiniti QX55 es algo más larga (186.3”) y baja (63.8”). La Murano tiene 75.4 pulgadas de ancho (1.91 m) y 111.2” entre ejes (2.82 m) y es más larga (192.4”) y alta (66.5”) ¿Deriva la QX55 de la Murano? Es posible, aunque la Nissan data de 2014; creemos más que la siguiente generación de la Murano –si la hay-, así como la Pathfinder, derivarán de las QX50/QX55. No olvidemos que las QX55/QX50 comparten mecánica con el Altima, misma base de las SUVs medianas de Nissan.
Y hay que ir al motor. Cuando se lanzó la QX50, Infiniti anunció con bombo y platillo el motor de compresión variable, que repite la QX55. En este, el brazo del pistón está conformado por varias bieletas articuladas, que pueden variar automáticamente la relación de compresión entre 8.0:1 y 14.0:1. En cualquier otro motor, esta es una relación fija. Una relación baja mejora el desempeño, mientras que una relación alta mejora el consumo de combustible.
Esto es al menos en el papel, pues en la práctica, el motor 2.0 l VC-T turboalimentado si bien ofrece un buen desempeño y un buen consumo, no son destacados contra otros motores de cubicaje similar asistidos por inducción, aunque son cifras positivas en ambos casos. La entrega es de 268 caballos y 280 lb-pie, con un consumo homologado en ciudad/carretera/combinado de 23/29/26 mpg con tracción delantera, o 22/28/25 con AWD.
Ya en la carretera, el 0 a 60 mph (0 a 96 km/h) llega en 6.9 segundos. De nuevo, no es una mala cifra, pero no destaca. Culpa de ello es del sospechoso común: la transmisión CVT de Nissan/Infiniti, que en este caso, no se siente sincronizada con el motor (incluso el Sentra nos dio una sensación ligeramente mejor). El manejo es preciso y ágil, aunque algo rígido en pavimentos no tan cuidados, que lamentablemente abundan. Podría recibir pulgar arriba de no ser por la dirección, que como ocurre en otros modelos de Infiniti, se siente totalmente desconectada de lo que pasa en las ruedas. Los frenos tienen buena sensación y requieren de cortas distancias para desacelerar.
Entre sus rivales encontramos a la BMW X4, Mercedes-Benz GLC Coupé, Audi Q5 Sportback y, siendo más inclusivo, Porsche Macan, Alfa Romeo Stelvio, Maserati Grecale, Jaguar F-Pace o Genesis GV70, por lo que la misión de la Infiniti QX55 no es sencilla.
La variante Luxe de acceso inicia en $47,525 USD, le sigue la Essential por $52,625. El modelo Sensory más equipado, como nuestra unidad de prueba, inicia en los $58,075 dólares. Todas con una buena dotación de equipo de seguridad y asistencias a la conducción. Es más de $2,000 dólares más cara que una QX50 equivalente, pero es el precio del diseño. La Infiniti QX55 es atractiva, y puede satisfacer sus necesidades, si no desean un manejo medianamente implicado. En ese caso, podrían probar otras opciones.
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