Moisés Saldívar - @tu_tuiter

El primer paso de la saga de los motores diésel y turbocompresor se dio en el otoño de 1989. En el Salón de Frankfurt se presentó el Audi 100 2.5 TDI (o R5 TDI), con 120 caballos de fuerza y 265 Nm a 2.250 RPM. Desde entonces, Audi ha fabricado unos 7.5 millones autos con las siglas TDI.

El año pasado el 40% de la cuota de ventas a nivel mundial de Audi fueron motores diésel, un importante número considerando que el primer mercado para Audi en volúmen, es China. De hecho, fueron pioneros ofreciendo Diesel en ese mercado (en marcas Premium), anti-Diesel por definición.

Sin embargo no fueron los pioneros en el mercado con estas mecánicas, Un poco antes BMW presentó el 524 td (E28), con 115 caballos, aunque no tenía inyección directa, esto sucedió en 1983. Fue en 1986 cuando el Fiat Croma equipó el primer turbodiésel con inyección directa en un turismo. El amanecer de los buenos diésel se produjo en la década de los 80, tampoco podemos olvidar el mítico Mercedes 300SD Turbo Diesel (1978).

Las siglas TDI Turbo Direct Injection han sido registradas por el Grupo VAG, por eso los motores Diesel tienen tantas siglas: dCi, CDI, MultiJet, CRTD, CRDi, D-4D… Coloquialmente se conoce como "Turbo Diésel Inyección", pero la "D" es alusiva a la inyección directa, no a que sea Diesel.

Dado que el motor Diesel carece de bujías, la inyección es súmamente importante de cara a mejorar el rendimiento. Cuanto más se pueda atomizar el combustible y hacer la combustión más homogénea, no solo se mejorará el rendimiento, sino la suavidad. Los primeros TDI no brillaban en esto último, hoy día es otra cosa con el Common Rail.

En la actualidad el mayor reto de los motores TDI es seguir homologando bajos consumos, y con prestaciones equivalentes a los modelos gasolina (TSI o TFSI). Son los primeros 25 años de una larga vida por delante.