Mitsubishi Lancer Evolution X vs. Subaru Impreza WRX STi

Dentro del selecto grupo de los compactos deportivos de muy alto desempeño, dos rivales destacan por ofrecer ...
30/07/2008

Javier Fueyo

Aunque la competencia entre armadoras ha existido siempre, pocos son los ejemplares que se construyen tan claramente inspirados en otro modelo, como es el caso peculiar de estos dos; uno existe por “culpa” del otro. Tienen el mismo cliente objetivo en mente, sus bastidores han sido afinados de forma parecida, sus motores –aunque de configuración distinta- tienen potencias muy parejas y, la mayor de todas, sus sistemas de tracción integral parecen haber salido de la misma línea de producción. Son dos autos de carreras para la calle, que igual pueden resultar muy satisfactorios en una carretera de montaña o una pista.
Por fuera es donde quizá existan las diferencias más amplias, ya que mientras el Lancer mantiene la configuración de sedán, el Impreza ha optado por una carrocería hatchback, que ha generado cierta polémica por la dureza de algunos trazos. Para algunos es muy japonés, mientras que para otros tiene la dosis exacta de agresividad; cuestión de gustos. Como sea, ambos guerreros intimidan a simples vista, sobre todo si quien los mira, ha tenido oportunidad de enterarse de lo que son capaces.

MÁS O MENOS IGUAL
Tanto el Lancer Evo como el Impreza STI dejan claro que no son autos comunes ni mucho menos corrientes. A diferencia de otros autos con paquetes “deportivos”, este par de nipones cumple lo que prometen sus espectaculares figuras. El Mitsubishi, al igual que en su generación anterior, mantiene la carrocería tipo sedán, con el característico alerón gigante que “crece” en la cajuela, mientras que la trompa como de tiburón va haciendo a un lado el tráfico en la carretera. El interior es más parecido a los Lancer normales salvo los espectaculares asientos Recaro que sujetan tan bien como uno de carreras. Además y a diferencia de la generación anterior, ahora hay mucho más equipamiento tanto en el apartado de seguridad como de confort. Hay de serie climatizador, audio Rockford Fosgate, computadora de viaje, siete bolsas de aire, control de estabilidad y Alcantara, entre otros.
El Impreza es un caso algo distinto, ya que el STI es completamente diferente a las demás versiones. La carrocería, aunque mantiene las mismas líneas maestras, no comparte salpicaderas, cofre, ni el lienzo lateral; lo único que utiliza de las otras versiones es el techo y las puertas. Es más ancho y, por ende, más imponente, ya que las ruedas y el elaborado diferencial ocupan algo más de espacio. Tiene, como el Lancer, faros de xenón y luces de niebla, mientras que en la parte posterior es el único con diodos luminosos en las calaveras. El Lancer tiene dos escapes, mientras que el Impreza tiene cuatro.

TRACK DAY

La pista es el mejor escenario donde podemos conocer más profundamente el comportamiento y las posibilidades dinámicas de cada uno. Encontramos diferencias muy interesantes.
El primero en turno es el Lancer, que nos recibe con una posición de manejo impecable, donde lo único que podemos llegar a extrañar en el ajuste de altura para el asiento. Ponemos en marcha el motor y nos sorprende la discreción tanto del propulsor como la del escape; quizá haga falta algo más de ruido. Comenzamos a rodar y nos recibe una calidad de marcha firme que puede llegar a cansar en ciudad pero la agradeceremos en una pista, donde resulta tan preciso y fino como bisturí. La carrocería casi no se inclina y prácticamente no existe subviraje ni sobreviraje; es muy neutral. Tiene un motor turbo de 2.0 litros y 291 caballos que es capaz de acelerar hasta 60 mph en algo más de 7 segundos, mientras que para frenar de la misma velocidad necesita unos 128 pies, un valor bueno pero mejorable para este coche. De sus puntos más rescatables es el diferencial central, que se puede ajustar en tres niveles de acuerdo a las condiciones del terreno: asfalto, tierra o nieve, en los que cambiará la distribución de fuerza entre las ruedas y hará más o menos tolerante los controles de tracción y estabilidad, que de todas formas son desconectables.
El Impreza es algo menos radical y sin tanto nervio. Igual puede ir muy rápido, acelerando y recuperando incluso en menos tiempo que el Lancer, ya que su motor es más grande y potente (2.5 litros, 304 HP). Además, el diferencial se puede ajustar en más formas que el Lancer. Tiene dos mandos diferentes con los que podemos cambiar radicalmente su comportamiento. En ese sentido es más preciso –y divertido- que el Mitsu. En marcha también cambian las cosas, ya que el Impreza es más suave; más utilizable para todos los días. Por su parte, los asientos también son más mullidos, lo que favorece la comodidad a la hora de sentarnos tras el volante durante un buen rato. Todo esto pasa factura: hay más inclinación de la carrocería en las curvas cerradas y, bajo ciertas condiciones, hay algo de subviraje. Los frenos entregan una buena respuesta aunque se cansan antes que los del Evo. Durante las vueltas rápidas necesitó de un mayor tiempo para regresar a su temperatura.

EN CORTO

Lancer Evolution X
A favor: Precisión quirúrgica. Acabados interiores.
En contra: Le falta una sexta velocidad.
Subaru Impreza WRX STI
A favor: Marcha confortable. Diseño original.
En contra: Los frenos se fatigan relativamente rápido.

 

La conclusión de MyAutomovil

Aunque se trata de dos ejemplares cuyo origen son sendos compactos no premium, la puesta a punto que han recibido de sus respectivos departamentos de ingeniería, los aleja de los deportivos comunes y los enfrenta a modelos de mayor estirpe. En otras palabras, son capaces de hacer sudar –y mucho- a rivales como el BMW M3 o el mismísimo 911 de Porsche, y por una fracción del precio de cualquiera de los alemanes. Son, sin duda, la mejor compra si lo que buscamos es la mayor diversión por el mejor precio.

 

 

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