Prueba: Abarth 500 SS

El nuevo Abarth 500 SS pude que refleje una imagen errónea con respecto a sus capacidades, porque ...
18/11/2009

Javier Fueyo

Desde que el Abarth 500 hizo su reaparición en el mercado internacional, éste fue elegido como el nato sucesor de las glorias deportivas de sus antecesores de los años sesentas; sin embargo el escenario ha cambiado trayendo consigo un nuevo integrante que promete hacer temblar a cualquiera que se atreva a enfrentarlo con la promesa de ofrecer un mejor equipamiento y desempeño mecánico.

Su silueta presenta un arduo trabajo de optimización aerodinámica apoyado en el uso de una nueva estética que retoma las tendencias del 850 TC y 100 TC. Su incremento en dimensiones se debe al uso de una defensa delantera de grandes proporciones que ofrece el espacio necesario para albergar el turbocompresor.

Todas las modificaciones incluyendo los faldones laterales, el pequeño alerón trasero, la defensa posterior así como el “difusor”, provocan que su presencia en las calles sea más vistosa y rotunda, coronando todo el esfuerzo visual con los legendarios símbolos de Abarth que adornan la parrilla, los laterales y la trasera.

El interior

Igual como se puede percibir en la carrocería, el habitáculo goza de un nivel de diseño supremo característico de la cultura italiana. Incorpora asientos de una sola pieza tapizados en piel de dos tonos y costuras rojas, los cuales a su vez hacen juego con el volante, la palanca de cambios y el freno de mano.

La ergonomía y funcionalidad no están peleados con el diseño, puesto que la disposición de los instrumentos nos permite un fácil manejo de los mismos. Prácticamente igual que su hermano menor el 500, nuestro modelo de prueba cuenta con una esfera independiente del lado izquierdo denominada GSI (Gear Shift Indicador), la cual nos ofrece la posibilidad de conocer la presión del turbo, así como referir nuestro manejo en base al indicador de cambios de velocidad para obtener el máximo rendimiento del auto dependiendo del estilo de manejo que llevemos en ese momento.

La mecánica

Dejando atrás la parte estética, es momento de darle vuelta a la llave y revivir su pequeño corazón turbo de 1.4 litros y 16 válvulas. El sonido del escape doble es glorioso y nos incita a pisar el acelerador a fondo.

Como es de esperarse con un auto de corte deportivo como este, la puesta a punto de la suspensión se presenta mucho más dura de lo normal, lo que a la postre se traduce en un andar más preciso, aunque un poco incómodo. Su agilidad en curvas se debe a la reducida distancia entre ejes (2.30 metros) y sus apenas 930 kg de peso. Lo anterior nos facilita las maniobras de curveo en donde nuestro vehículo de vuelta prácticamente sobre su propio eje.

Habiendo comprobado los beneficios del bastidor, nos hacemos a la tarea de desmenuzar al gran artífice de toda esta ruleta de sensaciones. El pequeño motor T-Jet de 160 HP que le da vida a esta bestia lo revive de forma progresiva y continua desde lo más bajo del tacómetro, por lo que no hace falta subir mucho la aguja para comenzar a percibir la intervención del turbo. Estamos hablando que comienza a entregar la mayoría del torque desde las 2,500 rpm invitándonos de manera directa a no despegar el pie del acelerador.

Sin embargo no todo se trató de aceleración, puesto que al momento de pisar el freno el sistema de discos ventilados firmados por Brembo de 283mm al frente y 240mm atrás mostraron un desempeño excelente a pesar del esfuerzo excesivo al que lo sometimos especialmente en las zonas curveadas. Dentro de dicho apartado, cabe mencionar que la participación de los diversos sistemas como ABS, EBD, ESP, ASR y HBA intervinieron de maravilla para que el auto no perdiera trayectoria al momento de alargar nuestra frenada o entrar más rápido a una curva.

Adicionalmente monta un sistema llamado TTC (Torque Transfer Control), el cual, apoyado en el ESP y el ABS se encarga de repartir la entrega de par entre las ruedas delanteras para que conseguir la optimización total de la tracción nos hizo la tarea más sencilla, una suerte de Diferencial de deslizamiento limitado.

Modo Sport

Sin embargo en el momento en el que llegamos a pensar que lo hemos visto todo, nuestro 500 Abarth SS aún nos tenía guardad una sorpresa. Y es que, al igual como sucede con la mayoría de los autos de carácter deportivo de alta gama, nuestro escorpión posee una doble personalidad que se activa mediante un simple “clic”.

Al momento de presionar el botón “Sport” que se encuentra sobre la consola central, el comportamiento del alacrán cambia radicalmente transformándose en un rabioso escorpión. La dirección se endurece, la reacción del acelerador se intensifica y la entrega de par asciende desde las 2,500 rpm hasta las 3,000 rpm.

Quien tenga la fortuna de comprarse un “juguetito” como éste agradecerá la suavidad de la modalidad “Normal” en zonas urbanas, sin embargo el desempeño que entrega en la modalidad “Sport” seguramente atrapara a su conductor y difícilmente querrá volver a apretar el botón.

En resumen, aunque las cifras de aceleración y potencia no sean las más sorprendentes, tras el volante la sensación y el desempeño general es de lo más excitante haciéndonos olvidar por un momento que nos encontramos a bordo de un auto de menos de 200 HP.

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