Tras comenzar como un todoterreno de lujo, Range Rover ha ido creciendo hasta ser una familia con cuatro modelos con una estampa inconfundible. Veamos cómo han evolucionado.
La historia de los vehículos todoterreno de Land Rover se remonta a finales de la segunda Guerra Mundial, cuando el grupo British Leyland desarrolló vehículos destinados para el trabajo, especialmente en zonas agrícolas, que debían de tener fuertes capacidades todoterreno. El éxito de su propuesta hizo que sus modelos off-road fueran muy valorados por diversos organismos, incluso a nivel internacional, como la ONU o la Cruz Roja.
También se volvió popular como vehículo civil y militar, no sólo dentro de la Commonwealth, aunque ahí es donde alcanzó mayor relevancia. Desde los años 60, no era raro ver escenas del ejército británico con vehículos de Land Rover; y si llegan a ver un documental en la sabana africana en los años 70 u 80, lo más seguro es los exploradores usen un vehículo de la marca para enfrentarse a las duras condiciones.
Sin embargo, hablamos de vehículos que nacieron para el trabajo, con plásticos duros y bastante austeros. Si bien su mayor competencia al otro lado del Atlántico, Jeep, mantenía a los modelos CJ como el eje principal de su operación, la existencia de derivados Wagon, pick-up o Hardtop, que luego derivaron en modelos como Cherokee, Grand Cherokee o Wagoneer, mucho más prácticos como vehículos familiares, hizo que Land Rover se animara a desarrollar un modelo de corte menos utilitario, que acabaría por inspirar a algunos de los modelos antes citados.
No fue una idea del todo rompedora, en Japón, la Toyota Land Cruiser siguió más o menos un camino similar, mientras que Alemania lanzaba la Gelandewagen; en USA, la Chevrolet Suburban llevaba existiendo desde los años 30. Pero el nuevo modelo, bautizado como Range Rover, era mucho más cómodo que la Land Cruiser de la época –ni hablar de los Jeep – y tenía mejores capacidades fuera del asfalto que la Suburban. No fue raro que, salvo en situaciones realmente demandantes, mucha gente la prefirió por sobre el Defender.
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La Range Rover original se lanzó en 1969, únicamente como modelo de dos puertas, disponible con motores V8 a gasolina y cuatro cilindros diésel. Aunque los primeros modelos eran austeros, fueron ganado equipo, asistencias y materiales de más lujo con el correr de los años, a medida que el público los iba pidiendo. Esta capacidad de adaptación le permitió mantenerse vigente por más de dos décadas en el mercado, aunque siempre apegada a su capacidad todoterreno.
Quizá la mejor muestra de ello es que, al ver su éxito, varios preparadores hicieron transformaciones extremas, incluyendo la posibilidad de tener modelos de cuatro puertas. Finalmente, en Land Rover reconocieron el potencial y lanzaron su propia variante oficial con dos puertas adicionales en 1981. 1994 fue un año clave para la marca, que fue adquirida por BMW, junto con MINI, Rolls-Royce, Rover y MG, por lo que la influencia de la firma bávara comenzó a notarse.
Tras una larga primera generación, que se ganó el apelativo de Classic, por fin en 1994 se presentó una nueva Range Rover sólo como cuatro puertas, estableciendo nuevos estándares en lujo y acabados y con nuevos motores V8, aunque conservaba su carrocería body-on-frame y su capacidad fuera del asfalto. Un motor de seis cilindros en línea fue el primer BMW en llegar a la Range Rover, mientras que la firma germana se encargaba del desarrollo completo de la siguiente generación.
La tercera fase, totalmente desarrollada por BMW, llegó en 2001. La marca alemana había decidido conservar sólo MINI y Rolls-Royce, por lo que Land Rover pasó a formar parte de Ford, que ya poseía desde hacía varias años a Jaguar. Los motores de la Range Rover III eran compartidos con BMW y Jaguar, pero, los vaivenes económicos hicieron que en 2008 pasara a manos de la firma india Tata, con la que ha permanecido.
La Range Rover de cuarta generación llegó en 2012 con una carrocería monocasco de aluminio, dejando atrás el bastidor de escalera. Conservó los motores V8 y opciones diésel, pero también integró motores V6 variantes híbridas e híbridas enchufables. Finalmente, el año pasado conocimos la quinta generación de la Range Rover, que integra nuevos impulsores Ingenium de seis cilindros en línea y, por primera vez en su historia, una variante larga con tres filas de asientos.
Sin embargo, en Land Rover vieron el potencial del nombre, que en 2005 se convirtió en una familia de modelos con la llegada de la Range Rover Sport de tamaño mediano, aunque basada en la RR de tercera generación y recibiendo la mayoría de sus opciones motrices. Para su segunda generación (2013-presente), también recibió la carrocería de aluminio, así como motores de hasta 542 hp.
La Range Rover Evoque, llegó en 2011, una subcompacta sólo con motores de cuatro cilindros turboasistidos, a gasolina o diésel y una carrocería que coqueteaba con el segmento “Crossover-Coupé”. Sin embargo, en este caso no se trató de marketing, la Evoque reamente tuvo una variante de dos puertas, mientras que en 2017 llegó una descapotable. La segunda fase en 2018 recibió motores L3 y con hibridación, aunque sólo en carrocería cuatro puertas.
El último modelo en sumarse a la familia Range Rover fue el Velar lanzado en 2017, de tamaño compacto y plataforma compartida con la Jaguar F-Pace. Aunque inició su andar comercial únicamente con motores de cuatro cilindros, luego sumó variantes V6 y L6, para coronarse en 2019 con un V8 5.0S de 550 hp, que fue descontinuado luego de 2020.
Por ahora, la siguiente en renovarse será la Range Rover Sport.
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