Reino de arena

Etapa 49 y 50. Chimbote, Piura (Perú) - Guayaquil (Ecuador). Un desierto de arena a un lado, ...
17/02/2009

Javier Fueyo

La planicie de agua oceánica se extiende hasta el infinito. La planicie de arena se extiende hasta siempre. Ni pájaros, ni burros, ni perros. Polvo, arena, piedras y mar.

Dejamos atrás los restaurantes Chifa (chinos), de Chimbote, y los miles de taxis que no cesan de hacer sonar su estridente pito sirenoso que cala hondo en los oídos, llamando la atención de todos. Y es que parece ser que en Perú, los taxistas, aunque son amarillos y tienen un tremendo cartel de TAXI en el techo, creen que la manera de tener pasajeros es cansándolos con unos pitidos musicales de varios tonos, tipo sorpaso. Calculo que deben hacer sonar el pito infernal una vez cada 6 segundos, y siendo que el pitazo dura unos 3 segundos, eso da sólo 3 segundos libres sin musicalazo. O sea que, por cada minuto un taxista hace sonar su estridente pito-musical unas 30 veces. 1,800 veces por hora. 18,000 veces cada 10 horas de trabajo.  Multipliquemos estas cifras por cientos de taxis sonando todos juntos su claxon, todos iguales, que ocupan el espacio y el aire de la ciudad, y tenemos Perú. “Piruriririuuurururuririri” cientos de millones de veces. Mas mil minibuses parando en cualquier lado, doble, triple fila. Que más da. El que viene detrás que espere. Esta calle es mía. Yo paso primero. Yo me meto por donde quiero. Yo freno en donde se me da la gana. Yo manejo a la velocidad que más me guste, tanto rápido como a paso de hormiga, sin mirar atrás o a los costados. Pues bien, algo tendrá que hacer Perú al respecto. Ojala lean estas notas. Cierto es que también está Machu Pichu…

Hacia el lado derecho de la Panamericana, o sea hacia el oriente, se extiende un desierto chato, seco, de color blanco amarillo. Mas bien descolorido, desolado, interminable, vacío. Casi hasta feo si nos descuidamos. Cansador. Na’ e na’. Solo chatura. A veces, un solitario arbusto que pretendió ser verde, pero que ya es color polvo, fagocitado por el aire de arena. Un castigo. Hacia el lado izquierdo, occidente, un desierto chato, seco, siempre desolado e infinito. Al frente, lo mismo. Y atrás, igual. Cientos de cientos de kilómetros de arena. Tierra y arena, arena y tierra. Arriba, abajo, al costado. Polvo, mucho polvo. Todo el polvo del planeta.

Y el vastísimo océano. Casi se puede ver la curvatura de la tierra sobre el mar.  

De pronto, algas. Paramos casi sobre ellas. A lo largo de un gran trayecto de la ruta los costados están plagados de estos montones negros.

-Señor, ¿que hacen con esto? –pregunto.
-Son algas. Las recogemos durante todo el año.
-¿Para qué?

-Van para Estados Unidos y China. Hacen champú.

El hombre está trabajando bajo un sol de fuego, sin agua y con un viento salitroso que carcome hasta los huesos.

Estados Unidos y China les compran las algas a Perú por centavos la tonelada, elaboran champú y luego les venden el frasco en dólares a los peruanos para que se laven el pelo. Me pregunto si no podrá Perú elaborar champú con sus algas y venderles el producto listo a los Estados Unidos. Todos sabemos que no. El secreto son los frascos.

Sin palabras.

“Beri, beri” “Beri, beri”

La carretera atraviesa la ciudad de Chiclayo. Ya casi a la salida, un tipo que está sentado en la acera sobre mi izquierda me hace señas con la mano que la rueda delantera se mueve. Otro que está cruzando la calle confirma el movimiento de la rueda.

Giro en U para parar del lado menos peligroso y un tercer sujeto se acerca:-Su rueda le hace beri beri –me grita uno agitando la mano.

Un kilómetro antes pegué con fuerza en un tope. Y poco antes Mónica me había dicho que notaba un ruidito en la rueda delantera (ella siempre escucha un “ruidito”). Así que era posible que la rueda se hubiese malogrado.

-Bájese, mire aquí, mire –me dice uno  de los amables personajes agachándose y apuntando con el dedo a la rueda, que ahora ya no es la izquierda, sino la derecha, la cual le ha quedado de su lado.

No paro, en cambio decido regresar al pueblo un kilómetro. De todas maneras si algo tiene la rueda, no me lo solucionarán ellos. Cuando ya puse distancia paro y me bajo, pasándole el volante a Mónica. Ella va y viene y pasa frente mío varias veces; la rueda está perfecta.
Malditos.       

Giro en U y retomo el camino hacia el norte. Estoy llegando al mismo punto y veo a los personajes que nuevamente me gritan “Beri, beri” Beri, beri”.
-Beri, beri @!^&*#<%… –les grito.

Cuando ven que han perdido corren a tratar de pararnos. Son un grupo de más de diez. Pero, YO TIGUAN, TU PATITAS. Así que, son sólo historia en mi espejo retrovisor.

Estos son los riesgos que se corren en el camino. Esta vez, la sacamos barata.

Llegamos a Piura, la ciudad colonial mas antigua del Perú, fundada por Pizarro en1532. Están bajando la bandera, sobre la Plaza de Armas, así que detengo el Tiguan, nos bajamos y nos ponemos firmes, junto a toda la ciudad, que es por cierto bastante bella.

Ya está obscureciendo. Buscaremos un hotel y luego saldremos a conocer la Catedral, construida en 1588, y lo único que se salvó del terremoto de 1912.   

Nuevo día y seguimos viaje. En talara volvemos al Pacífico. Que hermosa sensación cuando uno ve el mar. ¿Por que será que los seres humanos nos sentimos atraídos y hasta protegidos por el mar?   

Llegamos a Tumbes, ciudad donde en Noviembre de 1526 desembarcara Francisco Pizarro y sus 140 españoles a caballo, caballo más, caballo menos. Eso fue hace mucho, y desde ahí partió hacia el Cuzco en busca de oro. Tres mil kilómetros de arena, a caballo, con armaduras. Sin una sombra. Sin nada. Solo ese viaje de Pizarro fue una epopeya en si mismo.

Dejamos Tumbes y los fantasmas del pasado y en pocos kilómetros llegamos a la caótica ciudad fronteriza de Zarumilia. A esta frontera la llaman Aguas Verdes. Y con justicia. El amarillo desierto se convierte en selva. Que loca es la naturaleza. O que locas fueron las divisiones políticas de independencias. A unos les tocó pan rallado y a otros lechuga.

Tenemos que hacer los trámites para salir de Perú. Como en muchas otras fronteras acepto la ayuda de un joven que por unos pesos se ofrece a guiarnos dentro del laberinto de trámites fronterizos, y a que éstos sean mas rápidos y suaves. Me dice que tengo que dejar el Tiguan en una calle lateral, en algún lugar y caminar por el mercado de comidas, carnes y frutas hasta la Aduana. No pienso hacer esto, así que, contra viento y protestas manejo a paso de hormiga el Tiguan entre vendedores de todo, y llego hasta la mismísima puerta de los aduaneros. Sorprendidos, estos comienzan con el proceso. ¿Qué otra cosa pueden hacer?

Más tarde seguimos adelante. Cruzo el puente internacional de Huaquillas. Mitad del puente es Perú, mitad es Ecuador. Ya estamos en Ecuador, pero no hay migración, sólo Aduana. Realizo el trámite para entrar temporalmente el Tiguan, y me dicen que migración queda a unos 10 kilómetros.        

Veinte kilómetros después, giramos en U y nos regresamos. ¿Dónde estará migración? ¿Estamos ilegales en este país?

Finalmente encontramos las oficinas (uno tiene que ser adivino para saber cuáles son) y nos legalizan en el país.

Ahora la carretera serpentea entre tupidas y extensas plantaciones de banana. Estas cubren el 22% de las exportaciones del país, hacia los Estados Unidos. El país del norte compra la producción de bananas con 10 años de anticipación (a un precio ridículo). Estados Unidos también compra toda la producción de camarones criados en granjas, lo que ha causado efectos devastadores en la fauna de las costas ecuatorianas. (A quién le importa, son de ricos los camarones químicos americanos).   

Estamos bordeando el Golfo de Guayaquil, y en unos cientos de kilómetros donde todo es verde, bordeamos los Manglares de Churute. Hay agua por todas partes.

A pesar de su pequeño tamaño, Ecuador posee una de las mas variadas geografías del mundo, incluyendo las Islas Galápagos. (Javier, no podemos llevar el Tiguan a Galápagos).

Son las 19:00 horas y ya es noche cerrada. Hemos cruzado la Línea del Ecuador y aunque estamos en Sudamérica estamos al mismo tiempo en el Hemisferio Norte. Otra incongruencia. Salimos del verano del sur y entramos al invierno del norte.

Hoy, de Guayaquil no pasaremos. Por un extenso y bien elevado puente cruzamos el río Babahoyo y entramos a la gran ciudad de Guayaquil.

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