Los interiores son impecables y aunque esta versión tenía la tapicería en tela, es repelente al agua y polvo, además de hacer buen juego con los plásticos. Excelentes ensambles y una sensación general de calidad más que satisfactoria son algunas de las características de la marca, aunque a esto aún hay que sumar el enorme techo eléctrico panorámico y la excelente visibilidad.

Dentro de su segmento, la calidad de marcha es una de las características más sobresalientes. A pesar de que sus llantas nos son precisamente para carretera, el centro de gravedad más bajo, su mecánica bóxer y la tracción integral permanente, hacen de los recorridos por carretera algo muy disfrutable. El comportamiento en curvas es muy neutral y puede superar la velocidad de paso de algunos sedanes, algo apoyado también por una suspensión bien balanceada.

Debido a es más alta que la Outback y gracias a la tracción integral, la incursiones en destapados son más fáciles, aunque sin llegar a ser un verdadero todoterreno, dándonos la posibilidad se salir a caminos agrestes de mediana dificultad, terreno donde se requiere de al menos un diferencial bloqueable o de preferencia también una caja reductora.

Están disponibles con el motor bóxer de 2.5 litros aspirado naturalmente de 173 HP, así como en versiones turboalimentadas como la probada, en la que se acopla a una caja automática de cinco velocidades, lo que nos entrega mucho mejores sensaciones respecto a la variante atmosférica.

Si bien los precios de esta SUV japonesa rondan los de las versiones más equipadas de la competencia y en ocasiones incluso menos, el resultado es una atractiva camioneta que ofrece una plusvalía tecnológica y de calidad respecto a la competencia. Una interesante opción.