5 autos de lujo que no valen su precio: mucho glamour, poca lógica

El Tesla Model S Plaid es uno de los coches más rápidos del planeta, con cifras de aceleración propias de un monoplaza de Fórmula 1. Pero seamos realistas: ¿cuántos conductores pueden exprimir esa potencia en su día a día? La calidad de construcción es irregular, el volante tipo yugo divide opiniones y su precio, cargado [...]

Rancez Damian

: El Tesla Model S Plaid es uno de los coches más rápidos del planeta, con cifras de aceleración propias de un monoplaza de Fórmula 1. Pero seamos realistas: ¿cuántos conductores pueden exprimir esa potencia en su día a día? La calidad de construcción es irregular, el volante tipo yugo divide opiniones y su precio, cargado de opciones, se convierte en un lujo más estético que funcional.

: El Maserati Quattroporte es un sedán imponente, con un diseño italiano espectacular y un sonido de motor que emociona. Sin embargo, su talón de Aquiles es la fiabilidad mecánica. Este coche pasa más tiempo en el taller que en la carretera, y las reparaciones no son precisamente baratas. Para quienes buscan prestigio, puede ser tentador, pero en términos prácticos, está lejos de justificar su precio.

: El Porsche Cayenne es uno de los SUV más populares dentro del segmento premium. El problema es que, en su versión base, no se siente como un auténtico Porsche. La potencia es limitada y el equipamiento es escaso para lo que cuesta. Para disfrutarlo de verdad, hay que invertir en un sinfín de extras, lo que dispara la factura hasta niveles poco razonables.

: El Lexus LX 570 es un SUV que se distingue por su durabilidad y resistencia, pero peca de ser demasiado rudo y anticuado. Su comportamiento es más propio de un todoterreno clásico que de un coche de lujo, consume combustible como un camión y su tecnología a bordo parece sacada de hace una década. Frente a rivales más modernos, queda en clara desventaja.

: El Infiniti QX80 es un SUV enorme que busca impresionar con su presencia. Sin embargo, bajo esa apariencia ostentosa, esconde un interior desfasado y un consumo de combustible alarmante. Además, su depreciación es brutal, lo que hace que pierda valor mucho más rápido que sus competidores alemanes o japoneses. En este rango de precios, hay alternativas mucho más atractivas.