Los 5 peores coches que jamás han existido

El Saturn Ion representó el principio del fin para la marca Saturn y, en cierto modo, para General Motors. Sustituyó al popular S-Series con un modelo mal diseñado, un salpicadero con relojes en el centro, puertas de aspecto endeble y una calidad percibida pésima. Duró apenas unos años y coincidió con la bancarrota de GM, [...]

Rancez Damian

: El Saturn Ion representó el principio del fin para la marca Saturn y, en cierto modo, para General Motors. Sustituyó al popular S-Series con un modelo mal diseñado, un salpicadero con relojes en el centro, puertas de aspecto endeble y una calidad percibida pésima. Duró apenas unos años y coincidió con la bancarrota de GM, firmando la sentencia de muerte de Saturn.

: El Ford Pinto es tristemente célebre por su tanque de combustible, que podía explotar en choques traseros. Este fallo de diseño provocó demandas, retiradas masivas y un descrédito histórico para Ford. Concebido como respuesta barata a los coches japoneses y a la crisis del petróleo, terminó siendo un icono del mal diseño y de la negligencia industrial.

: El Dodge Caliber intentó ser un SUV compacto, pero terminó siendo un coche mediocre en todos los sentidos. Su interior estaba dominado por plásticos duros, la CVT lo hacía sonar como un cortacésped y su comportamiento en carretera era lamentable. Se ganó fama como “el coche oficial de padres divorciados”, reflejando su aura de fracaso cotidiano.

: Fabricado en EE. UU. por AMC con más del 70% de componentes americanos, el Renault Alliance fue un intento de combinar lo peor de dos mundos. Se oxidaba, tenía fugas, fallaba constantemente y ofrecía un motor de 55 CV incapaz de alcanzar velocidades de autopista con solvencia. Pese a todo, fue nombrado Coche del Año en 1983, un título que hoy resulta incomprensible.

: El Cadillac Cimarron fue un caso de badge engineering llevado al extremo. Básicamente era un Chevrolet Cavalier con logotipo de Cadillac y un precio tres veces mayor. Con 85 CV, motor 1.8 y un cambio automático de tres marchas, la experiencia de conducción era poco menos que un castigo. Los clientes detectaron rápidamente el engaño y el modelo acabó siendo un fracaso estrepitoso.