Volkswagen Touareg V8

Ligeras modificaciones est

12/04/2008

Javier Fueyo

Cuando algo funciona, mejor no cambiarlo, por eso las modificaciones que ha realizado Volkswagen sobre el exitoso Touareg no son demasiado aparentes, si bien hay más de 2.300 piezas nuevas en esta edición. A simple vista lo más destacable es el rediseño del frontal, con faros en forma de lágrima y marco de la parrilla plateado y en forma de escudo, al estilo del Eos y del Passat. Aunque cueste creerlo, en la parte delantera sólo se mantiene inalterado el capó, pero los cambios son tan sutiles que pueden pasar desapercibido incluso para el conductor de otro Touareg, como nos ocurrió durante la prueba, si bien es cierto que nuestra unidad de color gris metalizado no permite que resalten en demasía las características partes cromadas. Anécdotas aparte, el lavado de cara le ha sentado muy bien al SUV germano, ya que así conservará fresco su diseño durante algún tiempo más. En la zona posterior la evolución ha sido más discreta, ya que sólo se ha añadido un prudente alerón y se ha oscurecido la superficie de los pilotos, al mismo tiempo que se emplea tecnología de tipo LED para las luces de marcha atrás y para las de freno. Menos llamativo es el rediseño de los parachoques y de las salidas de escape, que tratan de resaltar la apariencia deportiva del modelo; o la corrección del contorno de los enormes retrovisores, moldeados para cortar mejor el viento.

 

Motor de inyección directa de gasolina

Entrando en la parte mecánica, la mayor sorpresa es la inclusión de este nuevo motor V8 de inyección directa de gasolina, de 4,2 litros y 350 CV, que sustituye al anterior de 310 CV. Su funcionamiento es muy refinado y, gracias a su suavidad y elevado par máximo, encaja perfectamente con las múltiples personalidades del Touareg, proporcionando un resultado excelente en las facetas de automóvil de lujo con tintes deportivos y de vehículo todo terreno. Es muy silencioso, al menos desde dentro del habitáculo, pero lo poco que suena lo hace con la gracia que cabe esperar de un propulsor capaz de conseguir que el conjunto recorra 1.000 metros saliendo desde parado en 28,2 segundos, todo un logro para un modelo de semejante tonelaje y dimensiones. Sin duda, el buen funcionamiento de la caja de cambios automática de seis velocidades tiene parte del mérito. Cuenta con modo Sport y posibilidad de manejo secuencial mediante impulsos en la palanca, además, previo pago de 910 euros, se pueden instalar levas tras el volante. Por ese motivo, para dejar sitio a éstas y aunque se decida no instalarlas, las palancas de los intermitentes y del limpiaparabrisas quedan un poco más bajas de lo habitual.

 

Cambio automático

La aceleración en las tres primeras marchas es muy buena, pero tan progresiva que las ruedas—equipadas de fábrica con neumáticos mixtos— no llegan a perder tracción aunque desconectemos el ESP, ni siquiera en arrancadas fuertes en pistas de tierra, siempre que el volante esté recto, claro está.

Cuarta, quinta y sexta son bastante más largas en comparación con las velocidades inferiores, aunque no por ello el empuje deja de ser contundente, incluso desde pocas vueltas. Las leyes del cambio se adaptan bastante bien al tipo de conducción que realicemos, e incluso permiten, si la situación lo exige, que la aguja del cuentavueltas se adentre en la zona roja en busca del régimen de potencia máximo. En cualquier caso, antes de llegar al corte de inyección se engrana la próxima relación de manera automática, aun cuando estemos utilizando el modo manual secuencial. En definitiva, el conjunto motor-caja de cambios es muy acertado y agradable de utilizar en todo tipo de condiciones.


Plagado de electrónica

Aunque para muchos puristas del mundo todo terreno puede suponer un punto flaco por el riesgo de que fallen y porque muchas veces relegan al conductor a un segundo plano, los numerosos sistemas electrónicos de ayuda a la conducción que posee este modelo son un aliado inestimable para mejorar su eficacia en carretera y fuera de ella. Lo mejor de todo es que su manejo es sencillo, ya que casi todo funciona de manera automática. Una de las novedades en este apartado es el ABSplus, que reduce la distancia de frenado sobre superficies poco adherentes, principalmente en barro, nieve y gravilla. Lo idóneo al tratar de detener un coche en estas circunstancias es bloquear las ruedas para que se acumule material suelto delante de ellas y actúe de barrera, pero en el Touareg no se puede, ya que es imposible desactivar el sistema antibloqueo de frenos. No obstante, el ABSplus detecta el coeficiente de fricción del suelo y, si es muy bajo, permite alternar fases de bloqueo y de giro, de modo que se forman pequeñas cuñas de barro o nieve que “sujetan” el coche, pero sin perder direccionabilidad. Esta función, que antes solamente actuaba con la reductora seleccionada, y por lo tanto con la velocidad limitada electrónicamente a 80 km/h, ahora está activa siempre. También dispone de control de descenso, que se pone en marcha al seleccionar las marchas cortas, pero no podemos elegir la velocidad mediante ningún botón.

Ojo a los frenos

Tanto el programa electrónico de estabilidad como sus sistemas integrados cambian su modo de actuar al circular por campo. Por ejemplo, el ESP retrasa su entrada en funcionamiento, mientras que el bloqueo electrónico del diferencial frena durante más tiempo las ruedas que están a punto de patinar, por lo que es normal arrastrar bloqueada una de ellas mientras el coche avanza. El resultado de tanta electrónica, y más si se combina con la regulación de altura que proporciona la suspensión neumática opcional, es que se pueden afrontar zonas de bastante dificultad con una facilidad asombrosa, aunque todo tiene su contrapartida, ya que, incluso con el ESP desconectado, los frenos acaban trabajando más de la cuenta para repartir la tracción entre las ruedas del mismo eje, por lo que nos podemos encontrar con la desagradable sorpresa de que al regresar al asfalto no cumplan su cometido con eficacia hasta que se hayan enfriado, y las distancias de frenado se alarguen mucho más de lo normal. Sin duda, se trata del punto débil de este modelo, aunque ha mejorado notablemente respecto a los anteriores.

Casi deportivo

El buen comportamiento en carretera no ha variado excesivamente respecto al modelo precedente, aunque ahora hay disponible una suspensión neumática deportiva con compensación de inclinación, amortiguadores regulados por el movimiento del volante y estabilizadoras reforzadas. Cuando se selecciona el modo Sport de la suspensión, la altura de la carrocería disminuye y el coche balancea muy poco en las curvas, por lo que aumenta la sensación de seguridad y da mucha confianza. Las reacciones son muy nobles, con una tendencia natural a arrastrar el tren delantero en caso de llevar un ritmo demasiado alegre, pero jugando con los apoyos se puede lograr lo contrario, es decir, un cierto deslizamiento del tren posterior que da como resultado un carácter más deportivo, pero siempre tirando a neutro y con reacciones progresivas, fáciles de controlar. El ESP es poco intrusivo, pero controla las fuertes inercias de la carrocería en caso necesario, al igual que el exceso de subviraje. Podría ir mejor con neumáticos específicos para carretera, en lugar de los mixtos que incorpora, pero aun así, y gracias a que hay potencia de sobra y al buen hacer de la tracción total, se pueden llevar ritmos muy altos en todo tipo de trazados.

 

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