El BMW Z1 (1989-1991) fue un roadster experimental con motor de seis cilindros en línea de 2.5 litros y 170 caballos. Su suspensión trasera de enlace múltiple y su perfil aerodinámico lo hacían ágil y divertido. Pero su característica más llamativa eran las puertas retráctiles, un rasgo que lo convirtió en un precursor de los futuros Z3 y Z4.
El Chevrolet C4 Corvette modernizó la línea Corvette, llevando a Estados Unidos al terreno de los deportivos contemporáneos. La versión ZR1 destacó por su V8 diseñado por Lotus, con hasta 405 caballos. Más ligero y ágil que el C3, el C4 sigue siendo un pilar histórico que merece mayor reconocimiento.
El Honda S2000, lanzado en 1999, es un coche pensado para el conductor exigente. Su motor F20C de 2.0 litros, con hasta 247 caballos, y su transmisión manual de seis velocidades lo convirtieron en un deportivo ligero y equilibrado, capaz de premiar la destreza al volante. Pese a ello, no logró la fama que merece.
El Maserati Shamal demostró que la firma italiana aún podía fabricar un auténtico deportivo tras el fracaso del Biturbo. Con un V8 biturbo de 3.2 litros y 320 caballos, ofrecía un equilibrio notable entre potencia y ingeniería. Su limitada notoriedad lo convirtió en un verdadero underdog dentro de Maserati.
El Alfa Romeo Montreal combinó el chasis del Giulia GT con un V8 derivado del 33 Stradale. Su motor de 2.6 litros y 200 caballos, junto con un diseño Bertone espectacular y un sistema de lubricación dry-sump, lo convirtieron en un coche pensado para los entusiastas de la conducción. Sin embargo, su fama nunca alcanzó su nivel real de excelencia.
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