El Falcon debutó en 1960 como un compacto sencillo y eficiente. Además, sirvió de base para el Mustang y, en Australia, se convirtió en un vehículo icónico con V8 y tracción trasera. Modelos como el XB Falcon inspiraron incluso el famoso coche de “Mad Max”. Su nombre y legado aún resuenan en ambos hemisferios, lo que hace que su retorno sea más que deseable.
Lanzado en 2000, el Explorer Sport Trac combinaba un SUV con una cama de pickup, ofreciendo comodidad y refinamiento por encima de las pickups tradicionales. Rediseñado en 2007 y discontinuado en 2010, su concepto es similar al del Honda Ridgeline, demostrando que Ford tenía una fórmula exitosa que hoy podría reinventarse, incluso en versión EV.
El Taurus, debutando en 1986, ayudó a Ford a competir contra japoneses como Honda Accord y Toyota Camry. Su diseño retro y eficiente arquitectura de tracción delantera marcaron un antes y un después en la industria estadounidense. Aunque las generaciones posteriores perdieron encanto y fiabilidad, el Taurus sigue siendo un nombre reconocible que podría resurgir en un futuro sedán o incluso en versión eléctrica.
La Fiesta, producida desde 1976 hasta 2023 en Europa, destacó por ser asequible y eficiente en consumo. Modelos como el Fiesta ST ofrecían 197 CV y aceleraban de 0 a 100 km/h en 6,7 segundos. La Fiesta demostró que los coches pequeños podían ser divertidos, ágiles y tecnológicos, combinando eficiencia con rendimiento urbano.
El Thunderbird, lanzado en 1955, nació como un deportivo puro que competía con el Chevrolet Corvette. Con los años se convirtió en un modelo más grande y lujoso, incluso participando en NASCAR hasta 1997. Su breve regreso entre 2002 y 2005 con diseño retro mostró que todavía había interés por el T-Bird, un clásico que combinaba estilo y herencia deportiva.
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