El BMW Z3 M Coupé, apodado “Zapato de Payaso” por su silueta, debutó en 1998 como un deportivo de nicho. Su estética poco convencional lo mantuvo en un segundo plano comercial, pero hoy es uno de los BMW más codiciados. Su rareza —se fabricaron pocas unidades— y sus prestaciones de alto nivel lo convierten en un clásico moderno con precios al alza en el mercado de segunda mano.
El Saab 900 Turbo (1978-1998) no fue un éxito de ventas en su época, pero marcó un antes y un después en ingeniería gracias a su diseño único y su turbocompresor. Hoy, los entusiastas lo consideran uno de los compactos más divertidos de conducir de su época, con un estilo sueco inconfundible y una robustez que lo ha transformado en un clásico muy buscado.
El Pontiac Fiero, presentado en 1984, fue el primer deportivo de motor central de General Motors. Las primeras versiones sufrieron problemas de fiabilidad y su reputación se hundió. Sin embargo, con los años, su diseño deportivo y el potencial para personalizarlo lo han convertido en un coche de culto. Actualmente, es una puerta de entrada asequible al mundo de los deportivos de motor central.
El AMC Pacer de 1975 fue un adelantado a su tiempo con su diseño de “burbuja” y gran visibilidad. Pero su consumo elevado y la poca potencia del motor jugaron en su contra. Hoy, esa estética retro tan peculiar lo ha revalorizado, convirtiéndose en un icono de los setenta y en una rareza buscada por coleccionistas que desean diferenciarse.
El DeLorean DMC-12, lanzado en 1981, fue un fracaso comercial por su elevado precio y pobres prestaciones. Sin embargo, su carrocería de acero inoxidable, las puertas de ala de gaviota y, sobre todo, su aparición en Regreso al Futuro lo convirtieron en un mito cultural. De apenas 9.000 unidades fabricadas, los que sobreviven son restaurados con mimo y alcanzan cifras astronómicas en subastas.
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