El Isuzu Axiom intentó destacar con un estilo agresivo y moderno, pero terminó pareciendo un SUV desproporcionado y sin coherencia visual. Su parrilla ancha y líneas angulosas chocaban con una trasera poco inspirada. El mercado lo castigó y desapareció rápidamente, quedando en el olvido.
El Cadillac Escalade EXT quiso unir el lujo de la marca con la practicidad de una camioneta pickup. El resultado fue un SUV alargado con una caja trasera que parecía añadida a última hora. Aunque ofrecía equipamiento de primera, su diseño desproporcionado y su identidad confusa terminaron jugando en su contra.
El Honda Element fue concebido como un SUV versátil, con interior modular y resistente al agua, ideal para aventureros. Sin embargo, su carrocería cuadrada, techo plano y aspecto de vehículo utilitario lo hicieron poco atractivo para el gran público. Su rareza estética le dio un nicho fiel, pero insuficiente para asegurar su continuidad.
Considerado por muchos como “el SUV más feo del mundo”, el SsangYong Rodius mezclaba proporciones de monovolumen con un frontal desmesurado. Su trasera parecía pertenecer a otro coche, lo que lo hacía aún más extraño. Pese a ser espacioso y práctico, su estética jugó en contra y le valió una fama difícil de borrar.
El Isuzu Vehicross fue uno de los SUV más extravagantes de finales de los 90. Con líneas futuristas y pasos de rueda exagerados, parecía más un prototipo que un modelo de producción. Aunque sus cualidades todoterreno eran notables, su diseño excesivamente atrevido lo convirtió en un fracaso comercial, durando apenas unos años en el mercado.
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