Un muelle flojo en la tapa de gasolina puede hacer que quede medio abierta o que cueste cerrarla. Sin embargo, pocos compradores de segunda mano se fijan en este detalle y casi nadie lo considera un defecto grave. Una goma elástica o incluso cinta adhesiva pueden servir como solución temporal sin necesidad de pasar por el taller.
Con la llegada de smartphones, Spotify y asistentes de voz, el reproductor de CD ha quedado prácticamente obsoleto. Reparar uno que se ha roto puede costar más que instalar un sistema multimedia moderno con Bluetooth. En la mayoría de los casos, lo más lógico es olvidarse del CD y actualizar el equipo de sonido.
En climas calurosos, los plásticos del habitáculo se expanden y contraen, provocando que algunos paneles interiores se deformen o se despeguen. Arreglarlos implica muchas horas de mano de obra y un gasto considerable. La mayoría de propietarios se las ingenia con cinta de doble cara, velcro o clips para mantenerlos en su sitio.
Los tornillos oxidados de la matrícula no afectan en nada a la conducción ni a la seguridad. La corrosión suele limitarse a la cabeza del tornillo y avanza muy lentamente. Reemplazarlos puede requerir taladrar y dañar la defensa o el portón, lo cual no compensa para un detalle meramente estético.
Un techo solar con pequeñas filtraciones puede resultar molesto, pero rara vez es un fallo mecánico grave. Muchos conductores optan por sellar los bordes con silicona o directamente dejan de usarlo. En ocasiones, ni siquiera se trata de una fuga real, sino de un simple conducto de drenaje obstruido.
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