El Acura RDX destaca por su estética cuidada y su lujo comparado con otros modelos de Honda, pero su motor y dinámica de conducción dejan poco que desear en términos de emoción. El consumo de combustible elevado y la sensación de manejo distante hacen que su precio sea difícil de justificar frente a la experiencia real de conducción.
La última generación del Chevrolet Equinox ha mejorado en diseño, pero el motor base de 4 cilindros y la dirección asistida electrónica resultan en una experiencia de conducción desconectada. La suspensión imprecisa y la falta de respuesta en maniobras hacen que la conducción sea menos satisfactoria de lo esperado.
El Infiniti QX50 es un SUV de lujo que impresiona por su estilo, pero la transmisión CVT lenta y el manejo impreciso lo alejan de lo que uno esperaría por su precio. Además, su tendencia al vuelco en curvas exige precaución constante, dejando claro que su estética no se traduce en diversión al volante.
El Buick Envision ofrece un diseño elegante y sobrio, pero su motor turbo de 4 cilindros no basta para mover con soltura la masa del vehículo. La transmisión es irregular y el manejo se siente desvinculado de las sensaciones reales en carretera, limitando la experiencia incluso para quienes buscan un SUV de lujo accesible.
El Mitsubishi Outlander mantiene un diseño llamativo, pero su motor insuficiente y la transmisión CVT generan una sensación de desconexión al acelerar. La dirección carece de precisión y la respuesta del vehículo al volante es poco intuitiva, haciendo que la conducción diaria resulte frustrante.
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