El Lincoln MKT intentó presentarse como un SUV de lujo, pero su diseño anticuado y su gran parrilla rectangular lo hicieron lucir más como un concepto desactualizado que un modelo premium. A pesar de contar con características interiores de alta gama y un paseo cómodo, el MKT fue criticado por su aspecto demasiado conservador. Su proporción desajustada, con un techo largo y lados altos, contrastaba con el resto de la carrocería, creando una sensación de desbalance. A pesar de sus esfuerzos, el MKT nunca logró superar su diseño polarizante, y su producción fue detenida tras casi una década en el mercado.
El Isuzu Vehicross fue un SUV que intentó romper las reglas del diseño, pero resultó ser un fracaso en términos de estética. Con una apariencia de prototipo y una postura demasiado robusta, el Vehicross fue más un experimento de diseño que un vehículo que encajara con las expectativas del mercado. Aunque sus capacidades off-road eran notables, su diseño angular y la amplia parrilla frontal no lograron atraer a los compradores. Su diseño fue tan polarizante que, a pesar de su potencial, el Vehicross fue descontinuado después de solo tres años en producción.
El Buick Rendezvous fue diseñado para ofrecer una opción familiar de lujo, pero su diseño fue tan soso que rápidamente pasó desapercibido. La carrocería demasiado cuadrada y el frontal sin personalidad lo hicieron parecer más un monovolumen que un SUV. A pesar de ofrecer comodidad y espacio, el diseño genérico y la falta de elementos llamativos no lo hicieron destacar en el mercado de principios de los 2000. Si bien Buick lo posicionó como un SUV de lujo, la falta de un diseño atractivo hizo que no lograra atraer a consumidores más jóvenes y modernos. Eventualmente, el Rendezvous se desvaneció del mercado sin dejar una huella significativa.
El Honda Element fue un intento de la marca de crear un SUV único, con un diseño de líneas rectas y una caja angular. Aunque la funcionalidad del modelo era excelente, con un interior fácil de limpiar y un espacio amplio, su estética nunca logró atraer al público masivo. Su interior con metal expuesto y las proporciones desajustadas lo hicieron ver como un vehículo más adecuado para usuarios que priorizan lo utilitario en lugar de lo elegante. La marca intentó comercializarlo hacia un público joven, pero su diseño fue visto como un obstáculo más que una ventaja. Al final, el Element desarrolló una base de seguidores de culto, pero nunca alcanzó el éxito comercial generalizado.
El Nissan Juke intentó destacar en el mercado de los SUV compactos con un diseño audaz, pero su frontal peculiar y sus faros grandes lo hicieron parecer un “ojo de rana”. La marca japonesa, a pesar de actualizar el diseño en años posteriores, no logró corregir su aspecto desproporcionado. Aunque el Juke ganó una base de fanáticos leales gracias a su manejo deportivo y tamaño compacto, su aspecto no era lo que la mayoría de los consumidores buscaban en un SUV. La combinación de una carrocería con techo elevado y un capó corto lo hacía parecer más un personaje de dibujos animados que un vehículo serio.
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