El Mercedes EQC, pionero eléctrico de la firma alemana, ha quedado rezagado. Sus 220 millas de autonomía son demasiado modestas frente a los más de 300 que ofrecen otros rivales premium. Su sistema de infoentretenimiento tampoco está a la altura de lo que se espera en 2025, y los tiempos de carga son más lentos que los de la competencia. Para su precio, ya no resulta una compra recomendable.
El Mini Electric SE aporta estilo y agilidad en ciudad, pero con solo 114 millas de autonomía se queda muy atrás. Su espacio interior reducido y un sistema multimedia anticuado limitan su atractivo. Aunque sigue siendo divertido de conducir en entornos urbanos, no resulta práctico ni competitivo para quienes buscan un eléctrico funcional y con futuro.
El Volkswagen ID.4 fue el primer SUV eléctrico de la marca, con una autonomía cercana a las 250 millas. Sin embargo, en 2025 su propuesta se siente superada. Aunque es cómodo y fácil de conducir, su interior resulta demasiado sobrio para el precio, y su sistema multimedia es poco intuitivo y lento. En un mercado tan competitivo, ya no destaca como antes.
El Jaguar I-PACE irrumpió como un SUV eléctrico de lujo con diseño espectacular, pero hoy sus 246 millas de autonomía y un sistema de infoentretenimiento lento lo ponen en desventaja. A pesar de su gran comportamiento dinámico y acabados premium, su carga más lenta y tecnología desfasada lo hacen menos competitivo frente a los nuevos rivales premium.
El Hyundai Kona Electric fue una opción atractiva en sus inicios, pero en 2025 sus 258 millas de autonomía se quedan cortas frente a rivales que superan los 300. Su interior resulta algo estrecho y con una tecnología que ya acusa el paso de los años. Aunque sigue siendo cómodo para el día a día, ha perdido terreno en refinamiento y rendimiento.
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