El gran diferencial de este modelo es su tecnología de conducción autónoma de nivel 4, lo que significa que el coche puede circular sin intervención humana en la mayoría de escenarios. Para lograrlo, cuenta con más de 100 sensores: 37 cámaras, 5 lidares, 11 radares, 22 micrófonos y 10 ultrasónicos, todos respaldados por sistemas de limpieza y autodiagnóstico.
El sistema de propulsión es totalmente eléctrico, con una batería de 112 kWh que admite cargas ultrarrápidas: del 20% al 80% en solo 10 minutos. La suspensión neumática y la dirección en las cuatro ruedas garantizan un comportamiento estable y refinado, acercando la experiencia de conducción más a un sedán deportivo que a un SUV tradicional.
Tensor lo define como un “AI-agentic vehicle”. En otras palabras, un coche con inteligencia artificial integrada capaz de ejecutar órdenes en lenguaje natural. Cámaras, micrófonos y sensores procesan la información de manera local, sin depender de servidores externos. Además, incorpora medidas de privacidad como tapas físicas para cámaras y botones de corte de micrófonos.
El diseño del habitáculo apuesta por la simplicidad tecnológica. Lo más revolucionario es que el volante y los pedales pueden retraerse en el salpicadero, dejando espacio a una pantalla panorámica que ocupa todo el campo de visión del conductor. A esto se suman sistemas de entretenimiento dual para el copiloto y las plazas traseras, asientos con calefacción, ventilación y masaje, y hasta 128 colores de iluminación ambiental.
El vehículo mide 5,525 mm de largo, 2,261 mm de ancho y 1,989 mm de alto, con una distancia entre ejes de 3,150 mm. Cifras que lo colocan claramente por encima de la mayoría de SUV eléctricos actuales. Esta envergadura no solo se traduce en presencia en carretera, sino también en un habitáculo con espacio y confort de sobra para todos los ocupantes.
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