El talón de Aquiles del Prius llega con el tiempo: la pérdida de capacidad de la batería híbrida. A medida que envejece, la autonomía eléctrica se reduce y con ella la eficiencia del coche. Sustituirla o reacondicionarla puede superar los 2.000 euros, un gasto que convierte al coche ecológico en un quebradero de cuentas para su propietario.
El deflector aerodinámico del Prius, ubicado en la parte baja del parachoques, ayuda a mejorar el flujo de aire y la eficiencia. Sin embargo, su reducida altura libre lo convierte en víctima constante de bordillos, rampas y badenes. Este detalle, diseñado para ahorrar combustible, termina siendo una molestia habitual en la conducción diaria.
El display multifunción del salpicadero del Prius, encargado de mostrar información vital como la velocidad o el estado del sistema híbrido, no está exento de fallos. En algunos casos deja de responder o se bloquea, obligando a pasar por un costoso reemplazo. Además, en versiones anteriores, los fallos de software provocaban la desaparición repentina de los indicadores, algo desesperante para cualquier conductor.
Los problemas eléctricos en los faros del Prius son bien conocidos por muchos usuarios. Apagones repentinos durante la conducción nocturna y conexiones defectuosas han supuesto un verdadero quebradero de cabeza. Incluso los parpadeos previos al fallo generan inseguridad y convierten lo que debería ser un trayecto tranquilo en un riesgo innecesario.
Uno de los mayores problemas es su suspensión enfocada en la eficiencia, que transmite cada bache y desnivel directamente a la espalda del conductor. Este efecto se acentúa con los neumáticos de baja resistencia a la rodadura, haciendo que el confort quede lejos del esperado en un coche pensado para largos trayectos urbanos y extraurbanos.
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