Tras haber disfrutado del Infiniti G37 Coupe 2009, la idea de manejar a su hermano en versión cabrio fue una verdadera delicia. Casi, casi mismas sensaciones a bordo -salvo una incidencia negativa sobre el confort de marcha provocada por el mecanismo de la capota-, pero mayores miradas sobre nosotros, pues la fascinación por los convertibles es una de esas pocas cosas que podemos asegurar que no cambiará en mucho tiempo. La primera impresión que ofrece este coche es completamente distinta dependiendo de si lo ves con el techo o sin él. El resto de su figura no difiere de la del coupe, la armonía y delicadeza de sus líneas se convierten en su sello y quizás en una de sus más fuertes armas, pues al tener un diseño tan equilibrado, es capaz de agradar a una mayor cantidad de personas.
El aire deportivo se aprecia en los rines (19 pulgadas), en el ligero spoiler trasero, en el dinámico frente… Elementos discretos que anuncian su capacidad pero no alardean acerca de la potencia, como si el G37 Convertible fuese un caballero respetuoso incapaz de una actuación fuera de lugar cuando no hay provocación.
Ahora sí, para presumir de una versión descapotable como la probada, la Sport 6MT, tenemos que desembolsar para empezar a hablar, 43,900 dólares, frente a los 37,000 dólares que cuesta este mismo G37 con carrocería cerrada.
La llegada de Infiniti al mercado de los convertibles no ha podido ser más propicia. En un momento en el que varios de sus rivales han lanzado sus modelos 2009 con capota dura (léase BMW y su biplaza Z4 o Lexus y el cuatro plazas IS250C), la marca japonesa ha decidido transformar su afamado G37 Coupé también en un carro para manejar al aire libre. Al igual que sus rivales, Infiniti ha escogido la versatilidad de uso que siempre proporciona un techo duro.
Dicen que todos los comienzos son difíciles y el del G37 convertible no iba a ser una excepción. La capota del G37 Convertible, su seña de identidad, es una auténtica maravilla de la ingeniería; pero, al mismo tiempo, ha terminado por modificar una de las grandes virtudes de su hermano el coupé: el dinamismo en marcha. El excesivo peso de todo el conjunto mecánico y la inherente pérdida de rigidez torsional que siempre conlleva una carrocería descapotada terminan por pasar factura en el comportamiento de un carro tan deportivo como el G37. Además, a todo ello hay que añadir que el volumen de la cajuela es, como veremos, irrisorio. Confiamos en que, con el correr de los años, los ingenieros de Infiniti puedan mejorar el acoplamiento de la capota dura.
La capota del G37 Convertible tarda menos de 30 segundos en plegarse o desplegarse mediante el simple toque de un botón. Detrás de esta aparente sencillez de funcionamiento, se esconde todo un arsenal de motores eléctricos, bisagras y poleas que permiten doblar el techo en tres partes iguales para acomodarlo perfectamente en la cajuela.
Sin embargo, para poder recogerlo y manejar con el aire en el rostro, prácticamente, hay que renunciar a todo el espacio de carga. Y es que no hay que olvidar que este cabrio es de techo duro, y el metal no sólo es pesado, sino que ocupa más espacio de lo que llevaría un material de tela. La manera en que Infiniti ha resuelto es, como hemos explicado, sensacional desde un punto de vista mecánico, pero horroroso desde un punto de vista espacial. Para ello, sólo tenemos que abrir la cajuela y ver que Infiniti nos exige colocar una barra separadora antes de iniciar todo el proceso. Esta barra queda colocada al principio de la cajuela, casi pegada a la boca de entrada. El espacio restante queda reservado en exclusiva para la capota, que se acomodará allí al ser plegada. Para ser precisos, estamos hablando de que el espacio de carga con el techo quitado se limita a unos inservibles 1.99 pies cúbicos. Si no recogemos el techo, podemos contar con 10.3 pies cúbicos, ¡al menos nos permite guardar la ropa del gimnasio!
Otro detalle incómodo es el peso de la tapa de la cajuela. Ofrece tanta resistencia para abrirse, que en un principio pensamos que nos habíamos equivocado y estábamos forzando un mecanismo eléctrico; luego fue peor, porque nos hizo dudar de nuestra forma física.
Pero si duro resulta abrir la tapa, más lo es cerrarla; especialmente, porque hay que apoyarse sobra la misma para que se acople perfectamente. También aconsejamos hacer esta operación con dos manos, no sólo por el peso, también porque al hacerlo con una sola, la tapa del maletero se cierra primero por la parte por la que ejercemos más presión, impidiendo que la otra encaje completamente. Un defecto de bulto que, en defensa de Infiniti, podemos achacar únicamente a nuestra unidad de pruebas.
Al margen de toda la solución mecánica buscada por Infiniti para convertir el G37 Coupe en un convertible -acertada por una parte, fallida, a nuestro juicio, por la otra-, la firma japonesa también ha tenido que hacer una serie de cambios para mejorar la menor rigidez estructural y, por ende, la seguridad del descapotable. Así, ha reforzado el pilar A, la moldura de las puertas y el chasis en general y ha añadido unas lógicas barras antivuelco activas que hacen acto de aparición en caso de rotación indeseada. También la suspensión trasera ha tenido que ser compactada para dar más espacio a la capota.
Todas estas modificaciones estructurales obviamente tienen su incidencia notable en el comportamiento. Si el G37 Coupé nos pareció una maravilla, con un excelente equilibrio entre dinamismo y confort, del Convertible no podemos decir lo mismo.
En conducción rápida y en tramos con curvas, el peso de la parte trasera (más de 450 libras se han añadido) y la compactación de la suspensión se deja notar, haciendo un tanto traicionero el comportamiento del eje trasero. No podemos forzar mucho las situaciones, pese a que el sistema de frenos y el mismo motor V6 -aunque aquí rinde 325 HP por los 330 del coupé- que monta su hermano nos permitiría llegar cerca de los límites.
Igualmente, no resulta tranquilizador escuchar como el chasis parece querer retorcerse en curvas muy cerradas, ni cómodo sentir el impacto de la carrocería cuando las suspensiones traseras de más corto recorrido hacen su trabajo de sujeción.
En conducción sosegada, las sensaciones mejoran. Tanto con el techo duro puesto como con el quitado no hay ruido aerodinámico -excelente trabajo, por otra parte-. Sin embargo, con el asfalto algo bacheado, nuevamente las suspensiones traseras retocadas, pueden terminar por afectarnos en viajes largos.
Obviamente, si no hubiésemos probado el coupé primero hace apenas un mes, nuestras sensaciones sobre el descapotable habrían cambiado. Además, se trata de un coche que permite ir ligero en carreteras motañosas, aunque siendo conscientes de sus limitaciones.
Por último, debemos señalar que la unidad de pruebas contaba con caja de cambios manual de seis velocidades. De corto recorrido e inserción precisa, resultaba un buen condimento a la salsa del motor; pero después de haber manejado el Coupé con la transmisión automática de siete velocidades, nos quedamos, sin que sirva de precedente, con esta última, gran novedad, por otra parte, en los G37 2009.
En resumen, parece claro que el Infiniti G37 Convertible está basado en el coupé y que, cuando este último fue lanzado, en la mente de los ingenieros de Infiniti, no estaba pensado el hacerlo un descapotable de techo duro. Tras esa sencilla afirmación esté el quid de la cuestión, porque el G37, en líneas generales, es uno de los coupés más redondos que existen en el mercado. Quizás la variante convertible nos haya desilusionado un poco por este hecho: pero si miramos los otros descapotables de techo duro y cuatro plazas del mercado, creo que deberíamos ser más indulgentes. Mimbres tiene (plataforma y motor), atractivo también (techo duro y figura); es cuestión de pequeños cambios hacerlo pasar de un buen producto a un producto superior como su hermano el coupé.
Infiniti anuncia los precios del G37 Convertible 2010, uno de los carros más competitivos en la familia de los convertibles medianos.