Javier Fueyo

En fechas recientes, un curioso incidente tuvo lugar en las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México, involucrando un policía, una patrulla, un ebrio y unas ganas incontrolables de orinar. Sabemos que este acontecimiento suena al inicio de un terrible chiste, pero les aseguramos que todo lo que describiremos a continuación fue real.

Alan Estrada Hernández, patrullero asignado a la zona del Centro Histórico de la Ciudad de México, descendió una fría noche de invierno de su vehículo para orinar en la banqueta de una calle. Mientras que este despistado y ansioso elemento atendía el llamado de su naturaleza más salvaje y elemental, un ladrón abordó la patrulla marcada con el número P22-40 y procedió a dar un paseo nocturno.

Inmediatamente, el policía reportó el robo vía radio y su preciada patrulla fue localizada minutos más tarde circulando en una conocida avenida de aquella ciudad. Cuando otras patrullas rodearon el vehículo robado para brindar apoyo, los oficiales notaron que el ladrón que estaba siendo perseguido se encontraba en estado de ebriedad. Después de realizar algunas maniobras para intentar huir, el criminal acabó impactando contra una camioneta, lo cual detuvo su alocada huida.

El Ministerio Público decidió no consignar al oficial por su descuido, pero se anticipa que reciba una sanción parte de la Secretaría de Seguridad Pública del DF por cargos de micción en la vía pública.