Fueron 12,000 unidades las que se hicieron.
El último Lexus IS F, en color azul, va hacia Estados Unidos en camino al hogar de su nuevo dueño. La fábrica de Tahara, Japón, ya no hace este sedán de altas prestaciones, se dio vida a unas doce mil unidades en este tiempo.
Aparte del LFA, era el único modelo de Lexus de altas prestaciones hasta la llegada del Lexus RC F. El resto de los F Sport son kits de carrocería y/o pequeñas mejoras dinámicas, sin cambiar una sola tuerca en los motores. El IS F tenía un 5.0 V8 con 423 caballos.
Sus rivales son, el actual BMW M3 que tiene un 3.0 L6 brutalizado (431 caballos) a base de un turbocompresor. El Audi RS4 Avant sigue confiando en un 4.2 V8 atmosférico (450 caballos), y el Mercedes-Benz Clase C AMG actual no ha salido. El antiguo C 63 AMG (457-487 caballos) tenía más cilindrada que el japonés, y también era atmosférico.
El IS F no era cualquier auto, contaba con un amplio equipamiento que incluía elementos tan dispares con la deportividad del coche como el control de crucero adaptativo, un volante que se elevaba automáticamente para facilitar el acceso o salida al puesto de conducción, el techo solar y la calefacción en los asientos. Detalles que, en sí mismos, son más que deseables pero que para muchos radicales amantes de la deportividad podrían ser apartados para, por ejemplo, mejorar la relación peso/potencia o incluso tornar al IS F algo más asequible.
Con esta dotación podría parecer que hacer millas con el Lexus era un placer democrático, pero esto tampoco es así. El conductor podía disfrutar como pocos, siempre que el asfalto esté liso como un espejo, pero los ocupantes sufrían las consecuencias de un auto tan radical. La suspensión era dura y pasar por encima de los ralentizadores de velocidad urbanos era todo un drama. Y los buenos asientos con que contaba este modelo no son capaces de minimizar estas situaciones. Tampoco el sonido del motor, que puede llegar a hacer hervir la sangre del tifosso más entusiasmado, acaba siendo un buen compañero de viaje, sobre todo a partir de medio régimen y en fase de carga.
Por último, una referencia al consumo de combustible. Según las cifras oficiales, era de 16 mpg en ciudad y de 23 mpg en autopista, algo que entra dentro de los límites de lo racional. Pero, si realizaba un manejo deportivo, las cifras se dividen por dos e, incluso, por tres. Tenemos la suficiente lógica como para comprender que quien gastaba 56,000 dólares de partida en un auto no le importaba demasiado gastar mucho en combustible cada dos horas.