El Volvo XC90 mantiene su atractivo escandinavo, mientras que el sistema híbrido permite un manejo totalmente eléctrico por días ¿Tiene lo necesario para su segmento?
Por Juan García
El diseño escandinavo está marcado por líneas limpias y simples; minimalismo y funcionalidad sin sacrificar la belleza. Ese es el caso del elegante Volvo XC90 Recharge, que no por ser minimalista es económico.
El Volvo XC90 es un vehículo eléctrico híbrido enchufable (PHEV) que utiliza electricidad y gasolina en conjunto para obtener energía. Depende del motor del coche, pero la potencia que lo impulsa puede provenir de una batería, la gasolina o ambas al mismo tiempo.
En el caso del Volvo XC90, este puede recorrer aproximadamente 20 millas en modo Pure, en otras palabras, en modo eléctrico sin la necesidad de utilizar el motor a gasolina. Durante la mayor parte de nuestra prueba, lo manejamos en modo eléctrico para poder determinar la valía de esta camioneta.
Para cargar el auto no utilizamos ningún eliminador comercial, pues el vehículo tiene un cable que se conecta a un interruptor casero de 110 volts. El tiempo de carga total es de 8 a 10 horas, aproximadamente, pero es posible utilizar un cargador comercial para que el tiempo de reabastecimiento sea mucho menor.
La batería también se puede cargar con el motor a gasolina pero, a menos que sea la única alternativa, nos parece una contradicción. La combinación de motores te da un rendimiento de 55 millas por galón; si se utiliza solo el motor a gasolina, el rendimiento baja a 27.
Por otro lado, el diseño interior es el clásico de Volvo, muy escandinavo como se mencionó al inicio. La seguridad es de cinco estrellas, como ya es costumbre en la marca sueca. Donde brilla esta XC90 es al interior; es una opulencia pocas veces vista: no existe un punto bajo, no hay debilidades ni defectos.
Comenzaremos por el sonido, un sistema Harman Kardon que se escucha muy nítido. Mi modo favorito fue el llamado sala de conciertos Gotemburgo, que le agrega a la música un eco especial que hace que la acústica sea excelente. Los asientos están envueltos en cuero napa de una suavidad excelsa, además, si te sientes estresado, el respaldo de estos te puede dar un masaje (es una opción especial que cuesta $1,700 dólares, pero en mi opinión es esencial para esos días en los que la vida nos trata mal).
Como se mencionó, la mayoría de nuestro manejo con el Volvo XC90 fue en modo eléctrico, pero con este los rebases en autopista fueron problemáticos, ya que la batería no tiene el poder suficiente para realizar los pases sin sobresaltos. No obstante, en la ciudad se comporta muy bien y durante la semana que manejamos el Recharge no agregamos gases a la atmósfera. Si se requiere poder tiene un modo Power que activa los dos motores al mismo tiempo; así la potencia es suficiente para lo que sea.
En conclusión, el Volvo XC90 nos encantó, pero nos pareció exageradamente caro para ser un híbrido mediano de siete pasajeros que en realidad es de cinco (los ocupantes de la tercera fila no van tan cómodos). El precio de la versión manejada –tope de gama con todas las opciones posibles– es de $81,690 dólares; el base es de $69,750. Aun así nos parece mucho dinero para lo entregado. Es lujo y diseño escandinavo en su máxima expresión, pero este coche de IKEA (barato) no ofrece nada más.
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