Dicen que los convertibles son para pasear y que un deportivo debe de ser cerrado. Puede ser, si hablamos de prestaciones puras o eficacia en conducción al límite… pero no cuando se trata del placer al volante. Cuando la sinfonía que sale de los escapes es tan espectacular como el 8C, nada mejor que prescindir del techo para que ésta llegue con total nitidez a nuestros oídos. Este V8 de 450 HP, de origen Ferrari, dispone de 7,500 rpm para hipnotizarnos, y no solo por su cuidadísima afinación y cambio de tono, sino también por la deliciosa forma de entregar la potencia. A su lado, casi cualquier cosa parece mundana.
El circuito de Balocco ha sido el lugar elegido para nuestro primer contacto con esta obra de arte. Verlo en persona resulta más bonito que en fotos y el interior no decepciona: fibra de carbón por todas partes, piel y aluminio, así como interruptores de atractivo diseño fabricados de igual manera en aleación. La realización de la consola central parte de un bloque de aluminio de 100 kg, que pasa por un proceso de mecanización, cepillado y pulido a mano, para posteriormente fijar los controles del climatizador y las salidas de aire; alcanzando un peso final de tan solo cinco kilogramos. Los asientos de fibra de carbón tapizados en piel carecen de regulación lumbar o altura, sin embargo esto no quiere decir que su posición al volante no sea la mejor.
Lujo para los sentidos
Giramos la llave, pulsamos el botón de arranque y accionamos la paleta derecha del volante – fabricada en fibra de carbón – para engranar la primera velocidad. Al acelerar se desactiva automáticamente el freno de mano eléctrico para dirigirnos al histórico trazado, primero utilizando el cambio robotizado de seis marchas en modo automático. La suavidad es total y las transiciones de marcha se realizan sin el más leve tirón: ideal para la playa… pero no apto para un circuito. Modo Auto fuera y, sin ser extremo ni radical, el 8C Spider se convierte en un auto realmente rápido pero, sobre todo, equilibrado. Es incluso cómodo para tratarse de un deportivo de altos vuelos, pero, aún así, gracias a una excelente rigidez estructural, la precisión de manejo es elogiable y el paso por curva, verdaderamente ágil. Para sobrepasar sus límites hay que desconectar el control de estabilidad y mentalizarse seriamente (en parte por los 357 mil dólares que cuesta, frente a los 284 mil dólares del C8 Competizione) pero sus reacciones nunca dejan de ser previsibles, incluso fáciles, dada su progresividad; una vez que el auto está apoyado es el eje trasero el que tiende a revelarse, ya sea por exceso de gas, o de velocidad. En manos experimentadas esto se traduce en efectividad y diversión al volante. Cuando pensábamos que solo un Ferrari podría hacernos disfrutar más accionamos el botón de modalidad Sport que cambia la puesta a punto de la computadora central, y el sonido se convierte todavía más evocador e intenso, al igual que el empuje del V8. Ahora si que vamos rápido de verdad, estirando los cambios una y otra vez hasta el corte para escuchar la sinfonía que nos ofrece. Aún así el comportamiento del roadster italiano permanece impecable mientras que los frenos carbono-cerámicos mantienen el tacto y la eficacia. La perfección total.
Solo para soñar
Ni siquiera rodando a altas velocidades surgen turbulencias o ruidos aerodinámicos, pues gran parte de los ensayos sin toldo se efectuaron en el túnel de viento. Igual que el 8C Competizione, la carrocería está fabricada en su totalidad en fibra de carbón, apreciable cuando accionamos el toldo o abrimos la cajuela – ésta última laceada para que sea más atractiva a la vista – y en donde apenas cabe una pequeña maleta. La pérdida de rigidez por la ausencia de un techo se compensa con un nuevo marco del parabrisas construido íntegramente en fibra de carbón, pero también con refuerzos de acero en el chasis y los brazos de la suspensión delantera unidas mediante un robusto brazo antiaproximación. Otra de las pocas modificaciones respecto con la versión de techo rígido se ubica en la disposición del tanque de combustible, el cual ha sido desplazado 50 cm hacia el frente para equilibrar el peso alcanzando un equilibrio de 50/50 contra los 49/51 del 8C cerrado. Lo anterior se logra gracias al espacio que queda bajo el compartimiento independiente del toldo. Éste último cuenta con un accionamiento semiautomático, ya que el enganche con el parabrisas es de tipo manual, lo que evita el uso de motores eléctricos en dicha zona rebajando a su vez el centro de gravedad.
Los 1,200 clientes que reservaron un 8C Spider cuando se presentó en el Salón de Ginebra del 2008 no se equivocaban. Sin embargo, solo se fabricarán 500 unidades, de las cuales toda la producción ya se encuentra totalmente vendida, pero aún hay un rayo de esperanza para quienes estén en lista de espera, porque no se han entregado todavía. No importa lo que cueste esta exótica belleza. Alfa Romeo se merecía volver a tener en sus filas este auto clásico.
Después de casi una década de existencia, Bertone muestra al mundo una de sus más atractivas creaciones, el GT pero destapotable, con capacidad para cuatro pasajeros y toldo de lona suave. Un ejercicio de diseño que se quedó a muy poco de lograr la producción en serie.