Fuentes legislativas dijeron que el plan llegó a un punto muerto cuando los sindicatos de la industria automotriz rechazaron demandas republicanas de aceptar una reducción inmediata de salarios.
"Estoy terriblemente decepcionado", dijo Harry Reid, líder de la mayoría demócrata del Senado, quien había anunciado el acuerdo en principio que parecía dar nueva vida a los esfuerzos por encontrar una solución.
"Es una pérdida para el país", dijo Reid poco después de que manifestó que estaban "listos para avanzar", al referirse a una fórmula de solución que había planteado el senador republicano Bob Corker.
Según el legislador republicano George Voinovich, los representantes del Sindicato de Trabajadores de la Industria Automotriz estaban dispuestos a un corte salarial, pero no antes de 2011. Un plan original fue aprobado ayer en la Cámara de Representantes con 237 votos a favor y 170 en contra, pero con el "sí" de sólo 32 legisladores republicanos.
En el Senado la propuesta sufrió un revés después de que el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell, indicó que votaría en su contra. Los demócratas sólo tienen 50 escaños en el Senado y necesitarían 60 votos para frenar las tácticas dilatorias de la minoría.
McConnell también se adelantó a un fracaso de las gestiones al recordar el temor de muchos republicanos de que el plan carecía de garantías para la viabilidad a largo plazo de las tres grandes automotrices de Estados Unidos: General Motors (GM), Ford y Chrysler.
El mayor "defecto" del plan, señaló, es que "promete dinero de los contribuyentes a cambio de reformas que pueden o no ocurrir mañana". Agregó que, en vez de pedirles que "subsidien un fracaso", los estadounidenses merecen garantías de que su "inversión" producirá empresas "más eficientes y sólidas que no necesiten más ayuda de los contribuyentes en tan sólo unos cuantas semanas o meses".
El consenso es que, sin el préstamo, el colapso de las compañías agravaría la crisis económica con la pérdida de millones de empleos. GM es la que afronta la mayor urgencia, y Ford ha dicho que no usará los fondos a menos que empeore su situación.
Sin embargo, McConnell dejó una puerta abierta al paquete de ayudas al señalar que la proposición de Corker mejoraría con creces el plan de rescate."Mi propuesta es muy sencilla: encontremos el dinero que piden las empresas, pero exijamos a cambio condiciones", dijo Corker, cuyo estado tiene una planta de GM.
Su propuesta obligaba a las empresas a trazar, a más tardar el 15 de marzo de 2009, un plan detallado para reducir su deuda en dos tercios. También pedía que los "Tres grandes de Detroit", como se conoce a estas tres empresas automotrices, ajusten sus costos laborales para equiparlos a los de sus rivales extranjeros, como Nissan, Toyota y Honda.
Por su parte, el sindicato dijo que temía que sus miembros fueran "chivos expiatorios" y aseguró que el costo laboral es de alrededor del ocho por ciento del total. Hasta ahora han resultado infructuosas las presiones de la Casa Blanca para que los republicanos permitan someter el plan a votación en el Senado.
También el presidente electo, el demócrata Barack Obama, se sumó hoy al llamado para que el Congreso apruebe el plan esta semana. "No podemos simplemente asistir al colapso de esta industria como observadores, porque eso conduciría a un efecto dominó devastador en toda nuestra economía", advirtió Obama en una rueda de prensa en Chicago.
El monto es inferior a los 34.000 millones de dólares solicitados por las empresas automovilísticas, pero los legisladores creen que basta para mantenerlas a flote hasta marzo de 2009.
El gobierno de Estados Unidos se mantiene reacio a prestarle el dinero que GM, Chrysler y Ford requieren para seguir viviendo. En el constante vaivén en que el Senado tiene sometido a los Tres Grandes surgió una luz de esperanza ajena: Canadá otorgó un crédito por 2.800 millones de dólares que ayudarán a solventar algunos problemas económicos.