El Alfa Romeo Milano, conocido en Europa como Alfa 75, se vendió en EE. UU. entre 1987 y 1990. Con motor V6 de 2.5 litros, disposición transaxle y un diseño elegante, ofrecía un tacto de conducción apasionante, muy al estilo de la marca italiana. Su corta vida comercial lo convirtió en un clásico de culto, especialmente entre los amantes del ADN deportivo de Alfa.
El Trabant, producido en Alemania Oriental entre 1957 y 1989, es probablemente uno de los coches más reconocibles del siglo XX. Fabricado con un motor de dos tiempos y carrocería de plástico reciclado, era simple hasta lo extremo. Sin embargo, se convirtió en un símbolo de la vida tras el Telón de Acero y, tras la caída del Muro de Berlín, en un ícono cultural cargado de nostalgia.
El Talbot Tagora nació entre 1980 y 1983 como berlina ejecutiva bajo el paraguas de PSA tras la compra de Chrysler Europa. Aunque contaba con una ingeniería sólida y espacio interior generoso, su diseño poco atractivo y el escaso interés del público lo condenaron al olvido. Se fabricaron menos de 20.000 unidades, lo que lo convierte hoy en un clásico raro y difícil de encontrar.
El Peugeot 504, lanzado en 1968, es recordado por su suspensión robusta y su fiabilidad casi legendaria. En Europa se produjo hasta los años 80, pero en otros mercados llegó incluso a fabricarse en los 2000. Su comodidad y resistencia lo convirtieron en un modelo ideal para carreteras duras y climas extremos. No es casualidad que aún hoy se vean algunos rodando en África y Latinoamérica.
El Renault 4 fue el primer hatchback de gran tirada en Europa. Producido desde 1968 hasta mediados de los años 80, se convirtió en un icono gracias a su sencillez, precio asequible y enorme practicidad. Era el coche del pueblo, capaz de servir tanto para familias como para jóvenes aventureros. Hoy es un clásico que simboliza la movilidad accesible.
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