El Mitsuoka Orochi, con su diseño extravagante, parecía un superdeportivo salido de una película de anime, pero en su interior llevaba la tecnología de Toyota. Su motor V6 de 3.3 litros, compartido con el Toyota Camry, ofrecía una potencia de aproximadamente 230 caballos. Aunque sus cifras de rendimiento no eran las mejores en su clase, el Orochi destacó por su apariencia única y su fiabilidad, ya que el motor Toyota aseguraba un manejo sencillo y duradero, lo que contrastaba con su estética de “superdeportivo” excéntrico.
El Citroën C1, fruto de una colaboración entre PSA Peugeot Citroën y Toyota, es un excelente ejemplo de cómo la fiabilidad de Toyota puede transformar un coche urbano económico. Con el motor de 1.0 litros de Toyota bajo el capó, el C1 fue un hatchback compacto ideal para la ciudad, ofreciendo fiabilidad y bajo coste de mantenimiento. Durante 17 años de producción, el C1 consolidó su lugar como un coche urbano económico que, a pesar de no tener grandes pretensiones, destacaba por su durabilidad y bajo consumo.
Aunque Aston Martin es sinónimo de lujo y potencia, la marca británica sorprendió al mundo con el Cygnet, un coche urbano que compartía muchas características con el Toyota iQ. El Cygnet tenía un motor de cuatro cilindros de 1.3 litros, pero estaba vestido con los lujos de Aston Martin, como una parrilla estilizada y un interior de cuero a medida. Aunque fue una apuesta fallida, el Cygnet se destacó como una curiosidad en el mercado, demostrando cómo Toyota puede influir en la fabricación de vehículos de lujo cuando se requiere un enfoque urbano y económico.
El Mazda CX-50 Híbrido es otro modelo que se beneficia de la experiencia de Toyota en el ámbito híbrido. Este SUV compacto, fabricado en la planta conjunta Mazda-Toyota en Alabama, cuenta con un motor de gasolina de 2.5 litros y dos motores eléctricos, ofreciendo una potencia combinada de 219 caballos. Este sistema, que proviene directamente del exitoso Toyota RAV4 Híbrido, no solo mejora el ahorro de combustible, sino que también garantiza la fiabilidad que caracteriza a los híbridos de Toyota. Mazda, por su parte, aporta un diseño más robusto y una dirección más precisa, creando una fusión perfecta entre estilo y eficiencia.
El Mazda 2 Híbrido es un claro ejemplo de cómo la tecnología de Toyota puede integrar otras marcas sin perder su esencia. Aunque mantiene la estética propia de Mazda, bajo el capó se esconde un sistema híbrido desarrollado por Toyota. Con un motor de 1.5 litros y 114 caballos de potencia, el Mazda 2 híbrido ofrece la fiabilidad de Toyota en un paquete más pequeño y económico. Gracias a esta colaboración, Mazda se benefició de un sistema híbrido sin tener que invertir en años de desarrollo interno, lo que le permitió ser competitivo en el mercado de los híbridos.
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