En 1989, Porsche sorprendió con un prototipo único: el Panamericana. Fue creado como regalo de cumpleaños número 80 para Ferry Porsche y servía como laboratorio de diseño para futuros 911. Su estética estaba pensada para resistir caminos complicados, con un techo desmontable que se fijaba mediante una cremallera. Aunque funcional y matriculado, jamás llegó a producción por costes excesivos. Hoy es una pieza histórica y símbolo de la faceta más experimental de Porsche.
El Zimmer Golden Spirit parecía sacado de otra época: un coche moderno por dentro, pero con la estética de los años 30. Lanzado en los 80 y basado en un Ford Mustang, su éxito inicial llevó a que se construyeran más de 1.000 unidades. Posteriormente, la marca lo relanzó con base en un Lincoln Town Car, llegando a montar motores V8 de hasta 662 CV. Su estilo barroco y extravagante lo hace inconfundible, aunque hoy muchos lo consideren un “lujo kitsch” sobre ruedas.
Aunque hoy nos parezca impensable, el BMW Isetta fue el coche que salvó a la marca alemana de la bancarrota en los años 50. Conocido como “coche burbuja”, contaba con una sola puerta frontal y un diminuto motor de moto. Su diseño era extraño, pero cumplió su cometido: ofrecer un transporte barato y eficiente en plena posguerra. Se vendieron más de 160.000 unidades, y actualmente es un objeto de colección que, en perfecto estado, puede costar tanto como un BMW nuevo.
Procedente de Letonia, Dartz es una firma de lujo poco conocida que se especializa en SUVs blindados y extravagantes. El Black Alligator es uno de sus modelos más llamativos: puede llevar blindaje militar, interiores en materiales exóticos (incluso polémicos, como pieles animales) y acabados en oro o incrustaciones de piedras preciosas. No tiene precio oficial, ya que cada unidad se fabrica a medida, pero es un claro ejemplo de hasta dónde puede llegar el exceso en el mundo del automóvil.
El Alfa Romeo SZ, conocido también como “Il Mostro”, es uno de los deportivos más polémicos jamás construidos por la marca italiana. Diseñado por Zagato y con la firma de Robert Opron, combinaba un aspecto radical con un motor Busso V6 de 210 CV. Su chasis derivaba del Alfa 75 y gran parte de sus componentes venían de modelos ya existentes, lo que contrastaba con su aspecto futurista. Apenas se fabricaron unas 1.000 unidades, lo que lo convierte en una rara joya para coleccionistas.
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