Un pulido y encerado regular mantiene la carrocería en óptimas condiciones. Esta sencilla práctica protege frente a la corrosión, preserva el brillo original y refuerza el valor estético del coche. Eso sí, conviene evitar lavados automáticos agresivos, ya que eliminan la cera protectora y acortan la vida del tratamiento.
Si compras un coche usado, lo primero es cambiar todos los fluidos (aceite, refrigerante, líquido de frenos y dirección). Aunque pueda parecer un gasto inicial elevado, garantiza una mecánica más longeva y evita averías por negligencia en el mantenimiento, que suelen costar miles de euros en reparaciones. Llevar un registro detallado de estos cambios también aporta confianza al futuro comprador.
Un tintado moderado de lunas no solo aporta estilo, también reduce la temperatura interior del coche, alivia el trabajo del aire acondicionado y ayuda a ahorrar combustible. Además, ofrece mayor privacidad y protege los plásticos del interior frente a la decoloración por el sol.
Sustituir las alfombrillas de serie por unas más resistentes y lavables es una inversión modesta que multiplica la durabilidad del interior. No solo facilitan la limpieza rutinaria, sino que también preservan la estética original del vehículo, un punto clave para mejorar el valor de reventa.
Un interior cuidado marca la diferencia al revender el coche. Una limpieza exhaustiva con tratamiento protector, como Scotchgard en asientos de tela y alfombra, previene manchas y daños costosos. A largo plazo, esto puede evitar sustituciones de tapicería que superan fácilmente los 500 euros.
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