Ford solía elegir nombres con glamour como Capri o Cortina. Sin embargo, para su modelo compacto decidió llamarlo Escort, un término que en inglés tiene significados poco recomendables. A pesar de su buena aceptación en Europa, el nombre siempre levantó comentarios curiosos y hasta polémicos.
El Dodge Dart fue un éxito en Estados Unidos, pero la versión Swinger de finales de los 60 dio lugar a más de un malentendido. “Swinger” podía interpretarse de formas muy poco relacionadas con los coches, y aunque en teoría buscaba transmitir juventud y frescura, terminó siendo motivo de chistes en la cultura popular.
El De Soto Firedome es un ejemplo de cómo un nombre puede sonar grandilocuente… y no significar absolutamente nada. Entre 1952 y 1959, este modelo cambió varias veces de posición en la gama de la marca, pero su denominación nunca transmitió un mensaje claro. Ni lujo, ni deportividad, ni confianza: solo confusión.
En Estados Unidos, “Citation” significa multa de tráfico. Sí, has leído bien: Chevrolet bautizó su sedán de los 80 con el mismo término que una sanción policial. Pese a ser un coche con buen nivel de ventas al inicio, su nombre quedó marcado por las bromas y la falta de inspiración.
Imagina lanzar un coche y llamarlo “Gremlin”, palabra que significa criatura mítica causante de fallos mecánicos. AMC lo hizo en los años 70. Aunque era un compacto interesante para la época, el nombre le jugó en contra y muchos lo recuerdan más por la ironía de su denominación que por su rendimiento en carretera.
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