La relación con el cliente no termina en el concesionario. Marcas como Toyota y Honda han construido su reputación en gran parte gracias a un excelente servicio postventa. Revisiones periódicas, campañas de mantenimiento y soluciones rápidas a problemas garantizan que el coche siga funcionando como el primer día durante muchos años.
Los coches japoneses son sometidos a tests en climas extremos, terrenos hostiles y condiciones de uso muy exigentes antes de salir al mercado. Esto garantiza que puedan rendir tanto en un verano abrasador como en un invierno bajo cero. Este compromiso con la durabilidad explica por qué muchos modelos superan con facilidad los 300.000 kilómetros.
Otra de las claves está en la calidad de los componentes. Los fabricantes japoneses priorizan piezas fabricadas en Japón o bajo estrictos controles, en lugar de abaratar costes con materiales de baja durabilidad. Esta atención al detalle asegura que motores, transmisiones y sistemas eléctricos tengan una vida más larga y fiable.
En Japón, la competencia entre Toyota, Honda, Nissan y Mazda es durísima. Los consumidores tienen múltiples alternativas, y un fallo de calidad puede significar perder cuota de mercado en cuestión de meses. Por ello, las marcas japonesas no se permiten errores graves y se esfuerzan en garantizar fiabilidad para mantener la lealtad de sus clientes locales.
El origen de la fiabilidad japonesa está en el Toyota Production System, también conocido como Lean Manufacturing. Este método revolucionó la industria al eliminar desperdicios, optimizar procesos y fomentar la mejora continua. Gracias a ello, cada vehículo pasa por un control de calidad riguroso, lo que se traduce en menos fallos y mayor vida útil.
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