El Cadillac XLR buscaba lujo y exclusividad, pero a un precio cercano a los 80.000 dólares, ofrecía poco más que un Corvette más caro. El techo retráctil y la electrónica eran notoriamente poco fiables, aunque sí introdujo tecnologías avanzadas como la llave digital antes que otros fabricantes. Su combinación de precio elevado y fallos mecánicos lo hizo poco atractivo para los compradores.
El Triumph TR7 fue apodado sarcásticamente “la forma del futuro” por su diseño angular. Además de ser subpotente, sufrió problemas de control de calidad. Este modelo se convirtió en un símbolo del declive de la industria automotriz británica en los años 70, demostrando que no basta con un diseño llamativo.
Gracias a 2 Fast 2 Furious, el Mitsubishi Eclipse Spyder parecía tener estrella, pero la realidad era distinta. Pesado y con tracción delantera, carecía del espíritu auténtico de un roadster. La suspensión blanda lo convertía más en un descapotable cómodo que en un deportivo divertido, decepcionando a los conductores más exigentes.
El Opel GT moderno era, en esencia, un Saturn Sky rebautizado para Europa. No aportaba novedades al segmento y generó confusión con el clásico de los años 60. Fabricado en Delaware, sus ventas fueron escasas y apenas duró dos años en el mercado, convirtiéndose en un roadster prácticamente olvidado.
El BMW Z3 se hizo famoso gracias a GoldenEye de James Bond, pero la realidad no estuvo a la altura. Los primeros modelos con motor de cuatro cilindros carecían de potencia suficiente, y la dinámica de conducción era menos precisa que la de sus competidores. A pesar de ser el primer roadster masivo de BMW en décadas, decepcionó a quienes esperaban un auténtico deportivo.
Relacionadas
Precio del Mercedes SLS AMG Black Series 2014
Un superdeportivo de 622 caballos de fuerza que acelera de 0-60 mph en 3.5...