El Hyperion fue un encargo exclusivo de un multimillonario, de nombre Roland Hall, coleccionista de autos y quien, en su exclusivo garaje, guardaba un Rolls Royce Drophead coupe. Precisamente, el encargo de Hall a Pininfarina fue que utilizará la base de un Drophead y lo convirtiera en un roadster biplaza.

Pininfarina aplicó su sabia y experimentada mano y el resultado fue un auto único y, a la postre, irremplazable. El último de una era, la era de Andrea Pininfarina quien supo hacer de todos sus diseños automovilísticos, verdaderas obras de arte. Para concebir este Hyperion, echó mano de todo su conocimiento en naútica y recurrió al fabricante de relojes de Girard Perrigaud para darle un toque aún más exclusivo y sofisticado a su interior.